domingo, noviembre 24, 2024
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El Reino de Oku

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Una exposición permanente en Valladolid nos acerca al misterioso y recóndito Reino de Oku. Máscaras mágicas, fetiches, tronos de poder, dioses y sociedades secretas nos hablan de este lugar situado en el enigmático interior de África que aún existe en nuestros días.

El Reino de Oku no es el título de un videojuego, ni un país sacado de un libro de aventuras. Aunque bien pudiera serlo. En realidad, es un antiguo reino situado al noroeste de Camerún, en la región de Grassland, en tierras de Bamenda y a las faldas del monte que da nombre a este reino. Pero también podemos encontrarnos con este lugar en el corazón de Castilla y León. Porque El Reino de Oku es una exposición singular que nos traslada al África más profunda y atávica. Una muestra que nos habla de una sociedad de estructura feudal compuesta por 36 pueblos, cuya capital es Elak, preservada a lo largo del tiempo entre elevadas montañas volcánicas. Un reino nunca conquistado que ha llegado hasta nuestros días. Ahora nos cuenta su historia a través de sus objetos más preciados.

En la actualidad, es posible sentirnos como exploradores y aproximarnos a esta cultura ancestral en la Sala San Ambrosio del Palacio de Santa Cruz en Valladolid, magnífico edificio renacentista de finales del siglo XV donde hallaremos una sorprendente colección sobre este desconocido reino africano. Algunas de cuyas piezas datan de los siglos VIII y VII antes de Cristo. Adentrarnos en sus dominios nos ha sido permitido gracias al acuerdo alcanzado entre la Fundación Jiménez-Arellano Alonso y el monarca Fon Sintieh II, soberano de Oku, por el que se nombró a dicha Fundación, con sede en la capital castellana, embajadora de la cultura y el arte del Reino de Oku en Europa.

Exposición singular que nos traslada al África más profunda y atávica

Nada más contemplar la primera figura que abre la exposición, viene a la memoria aquella frase del poeta Paul Eluard: “Hay otros mundos pero están en éste”. De hecho, los personajes representados en esta exposición permanente parecieran llegados de un mundo perdido o de una enigmática civilización ancestral imaginada por la ciencia-ficción. Y algo de eso hay.

Como no podía ser de otra forma, en esta muestra, de la que andaban detrás dos museos alemanes, las piezas relacionadas con el rey como máxima autoridad política, religiosa y judicial del pueblo de Oku tienen un protagonismo importante. Llaman la atención las “camas de jefatura” o asientos de poder, en las que puede observase una gran variedad de relieves simbólicos tallados en la madera. Por otro lado, están los tronos rituales utilizados en diferentes ceremonias o en el culto a los antepasados. Así como las columnas de los pórticos de los palacios y casas. El pórtico de la Casa de la Guerra, por ejemplo, está decorado con la pluma roja que representa el valor, dos campanas bordadas en la túnica que indican nobleza, la tuba que anuncia a los enemigos o la máscara del mensajero.     

Entre los efectos de luces y sombras con los que se juega en esta exposición, lo que más impacta son, sin duda, las máscaras. En la mayoría de los casos estas máscaras pertenecen a las denominadas Sociedades Secretas que aún hoy conservan su influencia en el reino de Oku. Además, las máscaras son elementos destacados del patrimonio artístico de este pueblo.

Las Sociedades Secretas de Oku tienen como objetivo mantener la armonía, el orden y la paz social, velar por el bienestar general, las costumbres y las tradiciones. Por ello, las Sociedades Secretas están presentes en ámbitos como la justicia, los funerales o la coronación de los monarcas.

Las máscaras poseen una inquietante belleza y hunden sus raíces en el misterio, ya que su elaboración es un saber hermético que no se trasmite fuera de las Sociedades. Las máscaras están cargadas de magia que les otorga poder en un sentido medicinal e incluso vida propia. Mientras recorremos la exposición las máscaras cruzan su mirada con la nuestra y sus sobrecogedores rostros de apariencia humana o animal nos advierten de la influencia que podrían ejercer sobre nuestro espíritu.

Las máscaras se acompañan de trajes elaborados con algodón, plumas, elementos orgánicos o calaveras. Todo ello, se emplea para la danza en ceremonias y rituales. Al parecer, cuanto más desagradable es su aspecto y más agresivo es el baile, mayor es su poder.    

En la cultura Oku pueden crearse más dioses si se considera necesario

Igualmente, los dioses son un elemento presente en la muestra. Aunque estos no son un conjunto cerrado, pues en la cultura Oku pueden crearse más dioses si se considera necesario. De esta forma, si se produce un suceso inexplicable y los adivinos o hechiceros lo autorizan, una nueva deidad se añadirá al elenco de divinidades. Estos nuevos dioses suelen ser personajes relevantes de la historia de Oku.

Por otra parte, los fetiches, la música y los instrumentos para interpretarla son considerados como objetos con poder y “poderosa medicina”, de los que se sirven las Sociedades Secretas para ejercer sus funciones.

El Reino de Oku es pues una buena excusa o un plan ineludible para disfrutar de Valladolid, acercarnos a un pueblo sorprendente y conocer este tesoro cultural llegado de los confines de África.

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