Hace ahora ochenta años se abrió una profunda falla entre los españoles. Al igual que en las figuras del cuadro de Goya “Duelo a garrotazos”, las dos Españas, siguiendo un oscuro impulso cainita, se enfrentaron en una aciaga contienda fratricida, solventando sus diferencias en el frente de batalla y aniquilándose vilmente en la retaguardia. Aquellas irreconciliables Españas, como vaticinaran los versos de Antonio Machado, interpretaron un drama que helaría el corazón de los españoles durante varias generaciones. Un estigma que aún pervive en nuestra memoria histórica.
Con aquella guerra cruenta como escenario, el periodista César Calvar acaba de publicar su primera novela, 'Tierra de conejos' (Ediciones Vitruvio y Nostrum), inspirada en hechos reales. Una historia intensa y dinámica que cobra fuerza con cada episodio. Un relato donde el autor explora las luces y sombras de la condición humana, construyendo una trama que atrapa al lector hasta la última página. El rencor, la traición, la venganza o las bajas pasiones entran en juego junto a la integridad, el coraje, la audacia o la solidaridad anónima. De esta forma, vapuleados por los acontecimientos ante los que poco o nada pueden hacer, tanto el protagonista como los personajes de la novela verán marcado su destino por un conflicto bélico cuyas consecuencias perdurarán hasta nuestros días.
'Tierra de conejos' narra los sucesos acaecidos en Domayo, una pequeña aldea de Galicia, a partir de la sublevación militar contra la República. Esa Galicia de 1936 que en palabras de Calvar era entonces “una región desgraciada, situada en la periferia de un país atrasado y poblada por gente primitiva”. La guerra contada desde la intrahistoria y el limitado ámbito de una aldea nos proporciona una visión certera y esclarecedora de aquel conflicto, y de cómo debió vivirse la tragedia en cada uno de los pueblos de nuestro país. Porque lo que sucede en el Domayo de 'Tierra de Conejos' se repitió sin paliativos por toda la geografía española.
Ofensas y venganzas personales
La cargada atmósfera de una aldea, donde todos se conocen desde siempre, en la que el tiempo ha ido forjando amores secretos, ofensas no olvidadas, desafíos aplazados, vendettas urdidas en secreto o deudas que saldar, irán conformado el caldo de cultivo perfecto donde las hostilidades por convicciones políticas serán sustituidas por las rivalidades personales. De hecho, en la comarca donde se desarrolla la novela la guerra “duró apenas cuatro días y no hubo frentes militares. Ni trincheras, ni artillería, ni bombardeos aéreos,…” Todo lo demás fue “asesinato, crueldad e ignominia”. Excesos a los que el autor imprime un toque de ironía, cuando explica cómo los fusilamientos de izquierdistas eran certificados por los “nacionales” como muertes por “parálisis cardiaca y respiratoria”.
La verdadera dimensión de aquella terrible contienda, no estuvo solo en las hazañas bélicas del Alcázar de Toledo, las calles de Belchite, los montes del Guadarrama o la ribera del Ebro, también en lugares en apariencia insignificantes como el elegido por el autor para situar el argumento de su novela. A veces, la medida de los grandes hechos históricos la encontramos en sitios que resulta difícil encontrar en el mapa, como la aldea a la que nos traslada Calvar, una síntesis perfecta de aquella guerra.
Rigurosa documentación
'Tierra de conejos' ha sido escrita con un estilo directo, preciso y un lenguaje nítido, sin recursos superfluos. Detrás de los hechos que se relatan hay un riguroso trabajo de documentación, donde aparece el Calvar periodista que recurre a los datos para señalar, por ejemplo, el ambiente de crispación social existente en aquella España republicana en la que en apenas cinco años hubo “133 huelgas generales, 270 personas habían sido asesinadas y 170 iglesias habían ardido”.
La República, como se subraya en esta novela, fue para muchos una oportunidad de progreso, justicia social, para eliminar el analfabetismo, modernizar el campo o erradicar el hambre. Pero los continuos choques entre adversarios políticos, la posterior insurrección militar y las brutales represalias que se produjeron, cortocircuitaron esa esperanza y convirtieron España en “un país de huérfanos y viudas”, donde se puso en marcha “la maquinaria del terror, engrasada por odios de injusticias de siglos”.
Por todo ello, es muy recomendable leer esta novela de Calvar. Por sentido y conciencia de la memoria histórica, porque no debemos aparcar en el olvido aquella guerra infausta y el siniestro epílogo que vino después y, sobre todo, porque solo intentando comprender aquel pasado podremos edificar un futuro sin revanchismos ni extremismos. Ochenta años después, las aventuras y desventuras de los personajes de 'Tierra de conejos', víctimas propiciatorias de aquella Guerra Civil, reclaman su lugar en nuestra memoria colectiva, al tiempo que nos hablan de tolerancia y de cómo las ideas solo deben ser combatidas con las ideas.
Francisco J. Castañón