viernes, noviembre 22, 2024
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Llega a las salas de cine la película de Diana Toucedo donde nos lleva al misticismo de las montañas gallegas

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Sugerente y pausada, la película apela a las sensaciones del espectador y a despertar sus recuerdos dormidos mediante el seguimiento de Alba, una niña de 13 años que recorre bosques y casas abandonadas para tratar de comprender lo que le rodea, más allá de lo visible.

«Quería acercarme a esa forma de entender la muerte, no como final sino como transformación que te lleva a un estadio diferente», explica a Efe Toucedo, gallega de 36 años afincada en Barcelona, donde trabaja también como montadora y como jefa del departamento de no ficción de la escuela de cine Escac.

Es una forma de entender la vida característica de Galicia, con una tradición como creadora de mitos, relatos y leyendas que Toucedo reivindica: «Somos parte de muchas capas que la realidad contiene, nosotros somos visibles pero eso no significa que no existan otras; es un pensamiento muy rico que lamentablemente se ha ido perdiendo».

El estreno en salas también supone para ella cerrar un ciclo que comenzó en el Festival de Berlín. «Ese inicio fue absolutamente inverosímil. Fue conseguir uno de los sueños más importantes que puedes tener cuando empiezas a estudiar cine. Me costó darme cuenta de que era real», señala.

La buena acogida que ha tenido «Trinta Lumes», que en el último año ha recorrido un sinfín de festivales, es una prueba más del buen momento que vive ese género híbrido entre la ficción y el documental, del que también forman parte trabajos recientes de León Siminiani o Isaki Lacuesta, por citar dos casos nominados a los Goya.

«Queremos hacer sentir y vivir algo. Nuestras películas proponen un modo de tener una experiencia, no de consumir un relato», asegura Toucedo, que en su faceta de educadora en la Escac, cantera inagotable de talentos en los últimos años, apuesta por potenciar la mirada propia.

«Eso no implica hacer sólo cine autoral, todos deseamos llegar al máximo público posible, pero eso no significa que tengamos que asumir ciertas formas de narrar imperantes», defiende.

«Debe existir la diversidad y tenemos la responsabilidad de enriquecer el lenguaje audiovisual, que al fin y al cabo solo tiene 100 años, debemos innovar y experimentar y no hacer siempre lo mismo que ya sabemos que funciona».

El trabajo de Toucedo tiene elementos en común con otros nombres del Novo Cinema Galego -la recuperación de la tradición, la naturaleza, el tiempo pausado-, pero también con otras cineastas jóvenes salidas de la Escac, como Meritxell Colell, Neus Ballús o Carla Simón, que se mueven en narrativas de lo íntimo y presupuestos limitados.

«Hay autoras que han hecho sus películas desde la periferia de la industria, puede que por interés, pero también porque no han tenido las mismas oportunidades de producción, financiación y respaldo que otros; cuando yo estudiaba eramos 50-50, luego las opciones para nosotras no han sido las mismas. No tenemos los mismos roles ni el mismo estatus que ellos».

El próximo proyecto de la directora gallega, también documental, ya está rodado. Hace un año y medio se embarcó con su padre en un barco pesquero en el que él trabajaba en la Patagonia Argentina, una aventura que de nuevo tiene mucho de mitológico. 

Redacción

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