Así lo ha indicado el ministro en el acto de presentación de la exposición sobre el diplomático y escritor Enrique Gil, que se ha inaugurado en el Archivo Histórico Nacional, con la que se pretende rescatar la figura de este leonés, también poeta y periodista, y precusor de la Unión Europea.
«Un diplomático que, frente al absolutismo y el pensamiento reaccionario, soñó para su país los aires de libertad y progreso europeos», ha recordado el ministro sobre Enrique Gil (1815-1846).
Y ha destacado que fue un poeta romántico y también un «resistente», un espíritu que, ha agregado Rodríguez Uribes, «cabe la pena reivindicar en estos tiempos de incertidumbre y dificultad, un ánimo de unidad, de concordia, de entendimiento entre distintos, y en definitiva de encuentro». «Es la única manera que tenemos de afrontar crisis», ha añadido.
Una exposición que, tras pasar por León, Astorga y Villafranca del Bierzo, llega ahora a Madrid y luego viajará al Parlamento Europeo en Bruselas.
Un recorrido que ha querido poner en valor el titular de Cultura y Deportes como «un fiel reflejo de la importancia de formar parte de una España y una Europa fuertes» y «la importancia de descentralizar la oferta y narrativas culturales y universalizar la cultura española».
La muestra «Enrique Gil: un romántico en la construcción de Europa», que permanecerá en el Archivo Histórico Nacional hasta el 3 de octubre, ha sido comisariada por el escritor Valentín Carrera, que ha destacado cómo la exposición descubre al «Gil progresista, descreído, homosexual, políglota, cosmopolita…» frente a la imagen seria y piadosa que ha acompañado su figura.
Diplomático español en Europa, fue el primero en estudiar a fondo la unión aduanera prusiana -Zollverein-, antecedente directo del mercado común europeo.
La muestra exhibe además por primera vez los más de 50 documentos originales del «Expediente Gil» conservados en el Archivo Histórico Nacional, entre los que está una carta recién hallada.
La exposición se completa con 27 paneles explicativos que recorren la vida del personaje, conocido también por su novela «El señor de Bembibre» sobre la caída de los templarios y por su labor de crítico teatral de la época. Cuando murió, a los 31 años, su obra cayó en el olvido.
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