Simpático y amable pero acumulando horas de retraso en sus comparecencias ante la prensa, Depp ha venido en calidad de productor acompañando a Julien Temple («The filth and the fury»), director del filme y retratista de la escena punk londinense de los 70 y 80.
«Mucha gente ha intentado retratar a Shane pero se han limitado a contar lo mucho que se colocaba en los conciertos o los dientes que le faltaban, pero no han llegado a su esencia», ha asegurado Depp a un grupo de periodistas tras la rueda de prensa.
El actor que ha dado vida a Jack Sparrow o a Eduardo Manostijeras dice sentirse en parte identificado con el músico, «una persona hipersensible que aprendió desde muy joven cómo insensibilizarse», en referencia al alcohol al que empezó a aficionarse a los tiernos seis años de edad.
«Luego te viene la celebridad y la fama y si eres una persona introvertida toda esa atención del exterior hace que te repliegues aun más; él se sentía incómodo con esa atención, como me pasa a mí, es muy confuso cuando eso te empieza a pasar, sólo quieres esconderte e insensibilizarte».
«Crock of gold» combina imágenes de archivo, animaciones y testimonios del propio MacGowan y de las personas de su entorno para contar su historia, desde su infancia en una granja irlandesa, entre la naturaleza salvaje y las tabernas, hasta que emigró a Londres y el descubrimiento de los Sex Pistols le cambió la vida.
MacGowan creó The Pogues a comienzos de la década de los 80 combinando la música folclórica que había escuchado y cantado en las tabernas en su infancia con el punk que emergía en esos años en la escena londinense. Se hicieron tan célebres por sus canciones como por las borracheras que se agarraban en el escenario y las broncas que se montaban en sus conciertos.
Depp lleva más de 30 años siendo su amigo, aunque para ello ha tenido que «ganarse los galones» según ha explicado hoy con ejemplos explícitos.
El actor que fue ídolo juvenil en los 90 y ahora ofrece un aspecto algo deteriorado, ha recordado una anécdota, en sus primeros años de amistad.
«Estábamos en un local en Dublín, habíamos bebido algo y en un momento dado Shane extiende su puño y me pide que ponga la mano debajo. Me suelta unas pastillas. Yo las cogí, me las tomé y eché un trago. Lo siguiente que recuerdo es abrir los ojos tres días después en una bañera en el sur de Francia».
«A eso me refiero cuando digo que tienes que demostrarle que eres un verdadero soldado, pero tanto lo que recuerdo como lo que no, la verdad es que no lamento nada», añade.
Depp parece sentirse cómodo con el aura de estrella maldita que le acerca a artistas que admira y que no para de mencionar como Hunter S. Thompson, Marlon Brando o Keith Richards.
«Siempre me han atraído las personas que son fieles a si mismas», ha dicho en San Sebastián, «lo que no es normal o se considera un poco loco, quizá sea cierto que son locos o quizá eso sea la libertad», ha reflexionado.
Eso sí, dice que aún no se siente a la altura de sus ídolos. «No me considero un artista», ha dicho, «tampoco soy bueno siguiendo fórmulas y estructuras, uno intenta hacer lo que puede, digamos que soy un aspirante a artista, pero no creo que el cine me vaya a conducir al arte».
Magdalena Tsanis