El espectador va a descubrir a «un tío increíble», asegura Leuza sobre el excantante y bajista de Barricada, que pudo dejar su ciudad tras tocar el cielo en Madrid, pero que se mantuvo fiel a Pamplona, donde nació hace 61 años.
Quien se acerque por primera vez a esta reconocida figura de la música española va a poder seguir el recorrido artístico del Drogas, incluida su expulsión de Barricada y la reconciliación con quien considera casi su hermano, Javier Hernández «Boni», el primero con el que Villarreal tuvo «una sensación de imbatibilidad» sobre el escenario.
Pero los 81 minutos del documental también dan para conocer a un Enrique Villarreal abuelo, hijo de una mujer con Alzheimer, padre de un chico y una chica, y marido desde hace más de cuatro décadas de la misma mujer.
El Drogas nació el 31 de agosto de 1959 en Pamplona, el mismo año en que se fundó ETA, Fidel Castro alcanzó el poder y se inauguró el Valle de los Caídos. Y el mismo día en que nacería su «socia» tres años después.
Las referencias históricas son constantes no solo para situar a Villarreal en su época, sino porque van unidas también a su trayectoria como músico desde su primer concierto en 1982 en su barrio pamplonés de la Txantrea a sus últimos discos, como «La tierra está sorda», sobre la Guerra Civil.
Canciones emblemáticas como «Barrio conflictivo» y otras muchas suenan en este filme acompañadas de imágenes a las que aluden las letras, como los disturbios que se produjeron en los sanfermines de 1978 después de que Germán Rodríguez muriera de un disparo de las fuerzas de seguridad.
Este músico, consumidor habitual de hachís hasta hace doce años, y que llegó a probar «de todo», arrastra sin embargo su apodo desde la adolescencia y no por ese motivo, sino porque es el que le pusieron sus amigos del barrio a este hombre que tiró de mote para bautizar a su nueva banda, que formó cuando se recompuso de su expulsión de Barricada.
«Tal vez que no sea más que un tipo deforme, que camina torcido para poder ver lo que hay al otro lado, para poder ver la vida equilibrada», dice de sí mismo.
Ana Burgueño