Guerrero actualmente enseña Lingüística Textual y Escritura Creativa en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Ensayos suyos han aparecido en diversas revistas y diarios nacionales e internacionales. Ha publicado las obras «Me separo me persigo» (1995), «Facticio ficticio» (1998), «Nexos casuales» (2001), «El viaje» (2003), «Las partes» (2006), «Zanja» (2009), «La víspera» (2011), «Cuándo el amor» (2013), «El radiante guiño del insomne» (2014), «Ninguna cosa nacida» (2016), «Invernada» (2017), «Ardid» (2018), «Como la vida» (2019).
Por su libro «Ardid» se hizo acreedor al Premio Universidad Central del Ecuador (2018), en la categoría Ciencias Sociales, que lo consolida como una voz literaria de reconocida trayectoria en la región.
Del libro «Formas de la pérdida», Juan Rodinás escribe: Fabián Guerrero ha ido desarrollando con los años una obra que bascula entre el susurro y el gemido visceral. En este poemario llamado Formas de la pérdida, encontramos el esplendor de quien se niega a la elocuencia, el bisbiseo en una habitación vacía, el fantasma de quien no ha existido, hablándonos en una lengua escueta, errante, vulnerable, apócrifa. Esa vulnerabilidad es convertida por Guerrero en unos fragmentos que se mueven entre el estupor y el abandono, entre la sequedad y el sollozo. En estos textos breves, lacónicos, el poeta se arriesga más que en su obra precedente pues revela una espiritualidad aún más desolada, como un niño que llevara la cabeza de su madre por el desierto, como un monje que danzara un rave con el mero eco de su respiración.
Algunos de los poemas que se pueden encontrar en esta nueva obra:
I
Odio ese escalofrío recorriéndome la espalda
O esas inquebrantables necesidades corporales
Los ruidos y la sangre
Repitiéndose
Y la humillación que eso supone
Para volver a esa misma fatiga carnal
Como un perro a su vómito.
II
Una mujer sin movimiento
Y un hombre que se detiene en su habitación.
No se sabe lo que buscan con sus miradas
O si esperan que algo ocurra.
Pero escuchan voces que no fueron
Y ven objetos residuales o rígidos.
¿O es solo una atmósfera que flota?
Nadie en particular
Y nada directo.
Solo cosas desaparecidas
Entre las muchas que se sedimentan
En el fondo de todas las nuestras.
Pero nos miramos los unos a los otros
Como sombras que se embisten.
III
Ya no es el mismo cielo
Ni las mismas nubes
Ni la misma lluvia
Tampoco es la misma calle
Y menos este rostro que examino en el espejo
Ahora mismo
Que me habla a medias
O suave como un suspiro
Con un aire de extraña familiaridad
Como si descansara conmigo.
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