Las redes sociales son ya utilizadas por muchas personas como fuente de información, algo que implica muchos riesgos de difusión de noticias falsas, aunque los medios tradicionales no han sabido todavía aprovechar su mayor credibilidad y encontrar su propia identidad en el mundo digital y en las redes sociales.
Esta es una de las conclusiones del proyecto de investigación desarrollado por un grupo de profesores universitarios, especialistas en comunicación, financiado por el Gobierno y pilotado por varios docentes de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), coordinados por Jesús Díaz-Campo.
El proyecto, denominado «NewsSharing: Consumo de noticias en medios sociales. Análisis de factores en la selección y difusión de contenidos mediáticos», ha dado lugar a una decena de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales y está en proceso de alguna publicación más, ha detallado a Efe Díaz-Campo.
Ha subrayado que «cada vez se piensa más en si las noticias que nos llegan por redes sociales son creíbles o no, y también porqué hay gente que se las cree más que las de los medios tradicionales» y «si hay un momento en el que ese es un debate actual, cuando estalla una guerra, como ahora, más».
Por un lado, los investigadores han trabajado en medir la influencia que los factores personales (como los rasgos sociodemográficos, usos y gratificaciones perseguidos, hábitos de consumo mediático y de redes sociales o personalidad de los usuarios) tienen en la frecuencia y tipo de contenidos mediáticos que se comparten en redes sociales.
Una de las bases del trabajo es analizar el fenómeno denominado «Cámara de Eco» según el cual un grupo de usuarios de redes sociales comparte informaciones con sus contactos» siempre con «contenidos que llevan a las mismas emociones».
Han descubierto que al difundir información «no nos comportamos igual según las redes sociales que se utilicen» y «mientras que en Facebook o Twitter se comparten noticias que se consideran útiles para nuestros contactos» en los grupos de mensajería instantánea «se difunden contenidos de opinión personal».
Los investigadores han comprobado que «cada vez se dedica menos tiempo a comprobar la credibilidad de los contenidos» con lo que cuando llega un contenido de una fuente que creemos fiable «hay mucho riesgo de que se comparta más veces sin verificarlo».
«Estamos en un momento en el que si algo es llamativo se comparte, aunque sea falso, algo que resulta desalentador desde el punto de vista de la información», admite Díaz-Campo, que ha trabajado como periodista además de ser docente de UNIR en Comunicación.
Quienes inician la difusión de noticias falsas «juegan con la emoción» en muchos casos «porque son conscientes de que aunque un contenido parezca dudoso, la rabia o el miedo pueden más que otros elementos cuando vemos un contenido».
Según han analizado en su trabajo, los contenidos que más se comparten, como noticias, son los de política y sucesos, y a ello contribuye que los medios de comunicación tienen sus propias redes sociales y comparten contenidos».
«Los medios de comunicación tradicionales no terminan de encontrar su identidad en el mundo de las redes sociales», detalla Díaz-Campo, que cree que periódicos, radios o televisiones «no dejan claro a su audiencia el valor añadido que aportan» en credibilidad y seriedad.
Porque ahora mismo, detalla, se está produciendo otro fenómeno, el de «mucha gente que abandona las redes sociales por los insultos que generan o porque no se fían del contenido compartido» y «quizás sería el momento de que los medios tradicionales supieran aprovecharlo».
«Sin embargo», lamenta, «lo que vemos es lo contrario, que a veces los medios tradicionales entran en los malos hábitos de las redes sociales» solo por el objetivo de lograr más impactos.
Estrella Digital