Con la aspiración de abordar el espacio de los más grandes, Mallorca Live Festival ha recurrido en el cierre de su edición más ambiciosa a los gigantes británicos Muse, quienes al primer concierto en España de su actual gira han llegado con los metales afilados y candentes.
Ha sido cruzada la medianoche cuando Matt Bellamy y compañía han confirmado que lo de sus apariciones previas en otros países no era un espejismo, sino un ejercicio cierto de revigorización del que se beneficia un repertorio que en estos momentos recorre lo más granado de sus más de dos décadas de discografía hasta hoy.
Con la salvedad del inicial «Showbiz» (1999), todos sus álbumes han tenido alguna cuota de representación desde el arranque con la reciente «Will of the people», que formará parte de su inminente nuevo trabajo y que, a la búsqueda de inflamar la voluntad popular, les lleva a saltar al escenario no como estrellas ni iconos, sino encapuchados bajo el anonimato de unas máscaras de metal y ante un anagrama cubierto en llamas.
Muse han sido los de siempre pero aún más, lacerantes al abordar justo después la tríada «Hysteria», «Psycho» y «Pressure» y establecer un altísimo estándar de potencia del que apenas se han bajado hasta el habitual remate con «Knights of Cydonia» y su intro con «Man with an armonica» de Ennio Morricone.
Incluso una pieza nueva como «Won’t Stand Down» se ha acoplado sin problema al acelerado engranaje y ha permitido disfrutar de sorpresas escenográficas como la irrupción de un busto gigante también enmascarado que tiene todos los visos de incorporarse a su largo imaginario de épica roquera.
En el necesario relevo generacional de los artistas que suelen copar este tipo de citas, Mallorca Live Festival ha apostado hoy además por dos de las jóvenes figuras nacionales que los centenials han convertido en ídolos desde el más absoluto anonimato y los márgenes de la industria musical hasta convertirlos en objetivo de las majors, Guitarricadelafuente y Sen Senra.
El destino o un fino programador ha decidido que uno siguiera al otro en el orden de actuaciones cuando la tarde ha empezado a ser noche, momento propicio para esa energía intimista que comparten pero que materializan de manera bien distinta sobre el escenario.
En el grande y ante una audiencia respetable en volumen para las 8 de la tarde, Guitarricadelafuente se ha aferrado a sus seis cuerdas con denominación aragonesa y desde una sillita de madera les ha susurrado y/o llorado con una voz impropiamente nostálgica para su edad la mezcla de habaneras, aires mediterráneos de su Castellón natal y elementos de folk como jotas que componen su debut, «La cantera» (2022).
No deja de resultar llamativo el contraste entre sus añejos referentes y su estética, que le han llevado a reinterpretar en vaqueros acampanados, ajustada camiseta ochentera y un flequillo rizado que ya es marca de la casa la versión en español del clásico «My way».
Justo detrás ha sido notable el trasvase de público hasta el escenario 2, donde aguardaba el gallego Sen Senra junto a un percusionista, un guitarrista y un DJ que soltaba bases electrónicas para desgranar trabajos como «Sensaciones» (2020) o «Corazón cromado» (2021) e hipnotizar con temas como «Tumbado en el jardín viendo atardecer».
Tampoco pasa desapercibida su capacidad para convertir en fenómeno generacional una reinterpretación del sonido r&b, género que en el pasado apenas había tenido representación notable en España, y conectar emocionalmente con el público pese a interpretarlo casi siempre de costado, de forma tan introspectiva que no pareciera cantarlo hacia fuera.
A su término, cambio de tercio hacia los sintetizadores grandilocuentes y optimistas de los británicos Metronomy, que han puesto color a la última noche de festival dentro de la gira de presentación de su más reciente trabajo, «Small World» (2022), así como a la irreverencia de los españoles Parquesvr (que han explotado con la postrera «Pelotón»), el folk/rock de los alemanes Milky Chance o el pop alternativo de Cupido.
Gracias a todos ellos, y a otros como Mujeres o Biznaga, el festival ha registrado este domingo una asistencia aproximada de 25.000 personas, que sumada a las de las jornadas previas arroja un saldo final de unas 74.000, más del doble de su última edición, la de 2019 (con 33.500 visitantes), en su salto hacia la primera división festivalera.
De la experiencia quedan varios hechos a tener en cuenta: uno, la necesidad de reformular la estructura de servicios para evitar los colapsos de la apertura; y dos, el tirón eminentemente nacional, aproximadamente un 90% (un 60% local), a pesar de haber apostado por unas fechas y un cartel de perfil más internacional que aspiraba a seducir también al turista extranjero pero que, al final, señaló a C. Tangana como su gran revulsivo.