El mundo de la música despide a Felipe Campuzano, pianista y compositor que ha dejado una huella imborrable en la cultura española. Su fallecimiento se produjo en la madrugada del martes 4 de marzo en su residencia de Marbella, ciudad en la que vivió durante décadas. A los 79 años, Campuzano deja tras de sí un legado artístico que fusionó la tradición andaluza con la sensibilidad de su piano.
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Un talento forjado desde la infancia
Nacido en Cádiz en 1945, en el seno de una familia de músicos, Felipe Campuzano mostró desde niño una habilidad especial para el piano. Se formó en el Conservatorio de Música de Cádiz y finalizó sus estudios en Madrid, donde obtuvo el prestigioso premio nacional Fin de Carrera. Este reconocimiento le abrió las puertas de las Juventudes Musicales, un trampolín que lo situó entre los intérpretes más prometedores de su generación.
Los éxitos de Felipe marcaron una época
A lo largo de su carrera, Campuzano recibió múltiples galardones nacionales e internacionales. Entre ellos, destacan el primer premio de piano en el certamen Manuel de Falla de Cádiz, el Premio Internacional de Arte Sagitario de Oro de la Academia Santa Cecilia de Roma y el primer premio de interpretación del Festival de Londres en 1980.
Pero su gran conexión con el público llegó a través de la composición. Sus temas fueron interpretados por algunos de los artistas más populares del país, convirtiéndose en éxitos tarareados durante generaciones. ‘Amigo conductor’ (1968) y ‘La minifalda’ (1971), popularizados por Manolo Escobar, o ‘Te estoy amando locamente’ (1974), inmortalizado por Las Grecas, forman parte de la banda sonora de toda una época.
El alma de Andalucía en su música
Su amor por la tierra que lo vio nacer se reflejó en sus trabajos más personales. En 1975, Campuzano lanzó ‘Andalucía’, un disco instrumental en el que dedicó una pieza a cada una de las ocho provincias andaluzas. A partir de ahí, nació ‘Andalucía Espiritual’, una ambiciosa serie con la que quiso rendir homenaje a la esencia musical y cultural andaluza. Este proyecto, sin embargo, quedó inconcluso.
Marbella también ocupó un lugar especial en su vida y su obra. Residió en la ciudad durante años y llegó a ser director artístico del Centro Municipal de Música y Danza, que llevó su nombre mientras estuvo al frente. En 2005, renunció a su puesto por discrepancias con la gestión cultural del Ayuntamiento, poniendo fin a su etapa institucional.
Un hombre rodeado de arte y pasión
Su vida personal también estuvo marcada por el arte. Se casó por primera vez en 1967 con la bailaora Carmen Encalado, con quien compartió el álbum ‘Carmen y Campuzano’. Más tarde, se le relacionó con la actriz Rosa Valenti y, en 1984, contrajo matrimonio con Lola del Páramo. Su última esposa fue María del Puerto Martín, con quien vivió hasta sus últimos días.
Entre sus amistades más destacadas se encontraba Rocío Jurado, quien fue su comadre y una de sus mayores admiradoras. La artista amadrinó su boda con Lola del Páramo, mostrando la gran conexión que mantenían.
Su última batalla contra el cáncer
En los últimos años, Felipe Campuzano se alejó de los escenarios, aunque nunca dejó de tocar en privado. Hace unos meses, fue sometido a una operación de mandíbula en Málaga, donde se le detectó un cáncer del que estaba siendo tratado. A pesar de su delicado estado de salud, su fallecimiento ha causado sorpresa y consternación entre sus vecinos de Marbella, ciudad a la que consideró suya tras tantos años pasados en ella.
Con su muerte, España pierde a un músico excepcional, un compositor con alma de poeta y un hombre que hizo del piano el vehículo para expresar la pasión de su tierra.