Las doctoras Olga Carmona, neuróloga de la Fundación Salud Empordà, de Figueres (Girona), y Ester Moral, jefa del Servicio de Neurología del Hospital Moisès Broggi de Sant Joan Despí (Barcelona), han explicado, en una entrevista, que es importante que la enfermedad sea diagnosticada y tratada cuanto antes para frenar su progresión.
«El tiempo juega un papel clave en esta enfermedad. El diagnóstico precoz y los nuevos avances terapéuticos contribuyen a controlar la enfermedad y favorecen, así, la normalización del día a día del paciente y también de sus familiares», ha considerado Moral.
Menos listas de espera a la hora de programar resonancias magnéticas, vitales de cara a diagnosticar la enfermedad, y un mayor acceso a fisioterapia y rehabilitación son las necesidades más importantes para conseguir un diagnóstico rápido, han indicado las dos especialistas.
Carmona atiende a unos 90 pacientes en Figueres y Moral a unos 400 en el Moisès Broggi, unas cifras que han aumentado en los últimos años probablemente debido a una combinación de factores ambientales y de estilo de vida y una predisposición genética que no se ha podido identificar hasta el momento.
De hecho, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en los últimos veinte años el número de pacientes se ha duplicado, por lo que ha pasado de ser considerada una enfermedad casi rara a convertirse en una de las enfermedades neurológicas más comunes entre la población joven.
Además, a medida que se incrementan los casos de EM también aumenta la proporción de mujeres que la padecen y la probabilidad de que una mujer llegue a ser diagnosticada ha pasado del 1,4 % de los primeros estudios al 3,2 % actual.
La doctora Moral ha considerado que la atención a los afectados por esta enfermedad crónica autoinmune en España «no tiene nada que envidiar a la que se presta en centros médicos punteros de Nueva York y Nueva Jersey, en Estados Unidos».
«Esta enfermedad no requiere grandes medios tecnológicos, y con una resonancia magnética, una punción lumbar y una analítica es suficiente para su diagnóstico, pero sí necesita de la experiencia y el conocimiento del neurólogo», ha opinado Carmona.
Ambas especialistas han resaltado «el cambio radical» que se ha producido en las consultas de EM en los últimos 18 años, con fármacos más eficaces y cómodos que ayudan a los pacientes a reducir la frecuencia y la gravedad de los ataques en la mayoría de los afectados.
«Ahora ya no vemos tantos enfermos en silla de ruedas, los nuevos fármacos han ayudado a ello», han argumentado, aunque han apuntado que la enfermedad afecta a la calidad de vida de los pacientes y de sus familias, además de suponer un gran impacto socioeconómico.
Los grandes hospitales catalanes colaboran activamente investigando determinados aspectos que no son tan atractivos para las multinacionales farmacéuticas, como un estudio sobre el uso de corticoides durante un brote de EM, que ha generado tres artículos que se han publicado en revistas internacionales.
En España, la EM afecta a unas 47.000 personas y en Europa a unas 700.000, según datos de la Sociedad Española de Neurología.
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