viernes, noviembre 22, 2024
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Cuando aceptas que has perdido el control con el alcohol

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Son algunos de los testimonios recogidos en el acto de conmemoración del 84 aniversario de Alcohólicos Anónimos (AA), una comunidad de hombres y mujeres afectadas por alcoholismo que se apoyan unas con otras para alcanzar y mantener la recuperación.

Andrés, de 65 años, llegó hace ocho años a AA, aunque ya hace quince empezaron los problemas con el alcohol. Comenzó muy joven a trabajar y para codearse con sus compañeros, más mayores, bebía con ellos, pero llegó un momento en que traspasó la fina línea del bebedor social y se convirtió en un adicto.

Y todo eso le llevo a un gran sufrimiento y a su familia, porque él sabía «cuándo empezaba pero no cuándo acababa». Intentó dejarlo, pero no lo consiguió -«no tenía fuerza», comenta- y gracias a su mujer y sus dos hijas, que entendieron que tenía una adicción y buscaron ayuda, logró «no beber».

«Lo primero que te preguntas es cómo no voy a beber si toda la vida he estado bebiendo. Y el primer paso -dice- es aceptar que tienes una enfermedad y aprender a enfrentarse a los problemas de otra forma. Vivir el hoy. Yo siempre, con la culpa del pasado y la incertidumbre del futuro, no vivía el presente y me he perdido muchos años».

Este lunes, Andrés, con una botella de agua en la mano, quiere lanzar un mensaje de esperanza a todos los que sufren por el alcohol porque «se puede ser alcohólico y dejar de beber»: «Hay una solución. Yo creía que la única solución que había para mí -señala- era morirme, pero afortunadamente me he encontrado con la vida en AA».

Por eso, insiste en animar a todos los que tienen este problema que busquen en AA o donde sea ayuda, porque «estar viviendo en el alcoholismo es vivir en el infierno y hoy tengo alegría de vivir».

«Papá, no veas qué difícil era quererte y odiarte a la vez», le dijeron sus hijas a Andrés cuando dejó de beber.

También fue mejor en casa de Ángel, de 68 años, un ex-ejecutivo de «marketing» y productor, cuando dejó de ser dependiente del alcohol. Lo utilizaba para afrontar cosas elementales del día a día, como una reunión de trabajo con gente con la que se desenvolvía desde hace años, porque sentía que no tenía fuerza para hacerlo.

«No somos la liga anti-alcohol. El alcohol no es nuestro enemigo -aclara-, pero ha sido la herramienta que nuestra mente ha utilizado para llevarnos a desenlaces tremendos. El problema es mi mente, mi personalidad, que es la que me lleva a apoyarme en el alcohol como ese bastón imprescindible sin el cual no soy capaz de andar».

Pasó «la línea invisible de ser un bebedor fuerte y ser un dependiente» a los 35 años y así estuvo hasta los 51 años, cuando su mujer e hijas le dieron «una segunda oportunidad» y llamaron a la puerta de AA.

También las hijas de Isabel, de 66 años, fueron decisivas para que dejará al que creía que era su mejor aliado para conseguir lo que ella pensaba que no podía.

«Tiraba del alcohol para darme ánimo, fuerzas, para celebrar algo… y al final para cuando estás bien o mal», explica esta antigua cantante de música clásica, quien admite que siempre ha sido un problema porque hizo crecer su inseguridad, aunque cayó en picado cuando murió su madre.

A los 44 años dio un portazo al alcohol. Lleva 22 años en AA y dice que es su «otra familia para toda la vida», para ayudarse a sí misma y a los demás. 

Estrella Digital

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