El estudio, liderado por las doctoras Meritxell Genescà y María José Buzón, ha descubierto que las células residentes de memoria (TRM, por sus siglas en inglés) pueden ser uno de los mayores reservorios del VIH, ya que son las más abundantes en los tejidos periféricos, como por ejemplo la piel o el tracto gastrointestinal, además de estar también en el tejido adiposo, los tejidos linfáticos o incluso los órganos.
En la investigación, que publica «Nature Communications», también ha colaborado el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, el Hospital del Mar, el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol y el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa.
Según ha explicado Genescà, «uno de los principales obstáculos para erradicar el virus del VIH son los reservorios que almacenan el virus en un estado de latencia, o con bajos niveles de replicación, mientras los pacientes están en tratamiento antirretroviral».
Esta investigación abre el camino a poder identificar mejor estos reservorios, que se establecen en diferentes tejidos pocos días después de infectarse, incluyendo las mucosas por donde se transmite el virus.
«La nuevas células identificadas, las TRM, se localizan en tejidos periféricos, como por ejemplo el tracto genital femenino y, al tener poca capacidad migratoria, no las podemos encontrar en sangre», ha añadido Genescà.
«Estas células -según la investigadora- están preparadas para responder de forma muy rápida en tejidos expuestos a patógenos y se caracterizan por una larga longevidad y por una capacidad de auto-renovación, lo que las hace excelentes candidatas para ser reservorio».
En general, los estudios se llevan a cabo preferentemente en sangre porque es la muestra más accesible, pero «en el torrente sanguíneo solo encontramos un 2 % de los linfocitos T CD4 +, que son la principal diana del virus del VIH. Por tanto, el gran volumen de T CD4 + está en los tejidos y es allí donde debemos buscar los reservorios», ha detallado Genescà.
«Por otro lado -ha agregado-, también queríamos profundizar en el estudio del tejido cervical como posible reservorio, ya que los primeros tejidos que se infectan serían muy relevantes de cara al establecimiento del reservorio, y las mujeres están poco representadas en estos tipos de estudios».
Comparando tejidos de mujeres infectadas y sanas, los investigadores llegaron a la conclusión de que «en los tejidos de la mucosa cervical hay un nivel significativamente más alto de virus remanente que en la sangre y que la mayoría de las células que contienen este virus son las TRM», ha señalado Buzón.
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