La investigación, que publica hoy la revista «Leukemia», ha sido dirigida por el director de investigación del instituto Josep Carreras, Manel Esteller, que ha explicado que todos los tejidos de una persona tienen el mismo ADN, pero hacen funciones muy diferentes y tienen aspectos muy dispares.
«Por ejemplo, un linfocito y una neurona comparten el mismo material genético, pero realizan tareas muy diferentes y su imagen bajo el microscopio es muy poco parecida. Lo que las diferencia y les confiere su identidad celular propia es su epigenética particular, las modificaciones químicas que controlan la expresión de los genes», ha aclarado.
La investigación dada a conocer hoy describe como una célula leucémica de tipo B se convierte en una célula diferente, llamada macrófago, cambiando su epigenoma y, por tanto, adquiriendo una nueva identidad celular.
«Empezamos el trabajo planteando que, si la metilación del ADN es la marca epigenética más conocida y validada que confiere su aspecto a las células, esta modificación química podría estar directamente implicada en facilitar la transformación de una célula en otra diferente, lo que se llama transdiferenciación», ha señalado Esteller.
La transdiferenciación es lo que hacen muchas células cancerosas, que se transforman en otras para escapar del efecto de un fármaco que estaba diseñado para atacar a esa célula.
Usando un modelo celular de leucemia limfobiàstica aguda de células B que los investigadores convirtieron en macrófagos, obtuvieron el perfil epigenético de los diferentes pasos del proceso de transdiferenciación, que, según Esteller, «no sólo cambia el tipo celular, sino que lo transforma de uno que crece mucho (un cáncer) a otro que no prolifera (una célula terminal altamente diferenciada)».
«Vimos -ha añadido el investigador- que el epigenoma de la célula original de la leucemia al transdiferenciarse cambia en buena parte, disfrazándose químicamente para parecer un macrófago».
Estos cambios, según Esteller, suceden en miles de lugares del material genético, incluso entre regiones cromosómicas muy alejadas unas de otras que se acercan para activar genes que proporcionan una apariencia diferente a la célula.
Según Esteller, este descubrimiento podría tener aplicaciones para evitar resistencias a los tratamientos oncológicos con fármacos «porque si bloqueáramos los cambios epigenéticos identificados, la leucemia no podría seleccionar la estrategia de la transdiferenciación para escaparse del efecto antitumoral del medicamento y la terapia sería más efectiva».