Se trata de un estudio coordinado por el Cima Universidad de Navarra en colaboración con el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), que beneficia al 20 % de los pacientes mayores de 65 años que son diagnosticados de enfermedad arterial periférica.
Este cuadro médico es una causa importante de patología vascular aguda y crónica y se asocia con un riesgo alto de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico, amputación de extremidades y muerte, han informado en una nota los responsables del estudio, cuyos resultados se han publicado en Scientific Reports, revista del grupo Nature.
Así, los pacientes con enfermedad arterial periférica presentan niveles altos de arteriosclerosis, inflamación crónica de las arterias y dolor en las extremidades inferiores, principalmente, y en función del grado de enfermedad, su calidad de vida disminuye notablemente.
Según la investigadora del Cima Carmen Roncal, «el principal problema es que los síntomas se manifiestan cuando la enfermedad está avanzada, lo que reduce la eficacia del tratamiento», por lo que en este trabajo se han estudiado los niveles de trimetilamina-N-óxido (TMAO), un metabolito derivado de la flora bacteriana intestinal, que se asocia con riesgo de aterosclerosis.
«Mediante una técnica de espectrometría de masas evaluamos su asociación con la gravedad y el pronóstico de la enfermedad y confirmamos que los pacientes con TMAO alto muestran un mayor riesgo de muerte cardiovascular”, explica.
El estudio forma parte de una colaboración entre el Cima y el CHN iniciada en 2010, desde entonces se han reclutado muestras sanguíneas de más de 300 pacientes, de quienes se ha revisado su historia clínica, se ha registrado la presencia de eventos cardiovasculares o la causa de fallecimiento, en su caso, y se ha correlacionado con posibles biomarcadores.
«En concreto, en este trabajo hemos estudiado la relevancia del TMAO como factor pronóstico en estos pacientes”, apunta la especialista del CHN Esther Martínez-Aguilar, cuyo trabajo concluye que TMAO es un biomarcador eficaz para predecir la presencia de patología cardiovascular grave en pacientes con enfermedad arterial periférica.
Según comenta el investigador del Cima José Antonio Páramo, “si bien los datos son de relevancia clínica, su detección sanguínea requiere técnicas sofisticadas, por lo que hay que seguir trabajando para conseguir que podamos medir sus niveles mediante un análisis sanguíneo convencional”.
En cualquier caso, los investigadores señalan que, dado que el TMAO se genera en bacterias intestinales, la producción de este metabolito está relacionada directamente con la alimentación.
Así, se conoce que la ingesta de carnes rojas, huevos, mariscos o lácteos fomenta que las bacterias intestinales metabolicen esos alimentos a moléculas intermedias, que tras ser absorbidas por el organismo, dan lugar al TMAO por acción de enzimas hepáticas.
«Por lo tanto, seguir una dieta saludable puede ayudar a modificar la microbiota intestinal, de manera que se reduzca la producción de metabolitos perjudiciales para cada paciente”, concluyen los autores del trabajo.
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