A estas alturas nadie duda de que la huella del coronavirus perdurará y afectará en distintos ámbitos de nuestras vidas. La atención sanitaria, que ha tenido que afrontar la cara más dura de la pandemia, tiene parte del camino andado, pero trabaja ya en sus propios escenarios de desescalada y en cómo volver poco a poco a su nueva normalidad particular.
Celia Gómez, gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS) y miembro de la mesa de expertos del Gobierno para diseñar la desescalada, apunta algunas pinceladas de por dónde pueden ir los tiros en la atención sanitaria post COVID.
Habla, por ejemplo, de mantener los circuitos diferenciados en los centros sanitarios, de replantearse los aforos, de pautar y secuenciar mejor los tiempos de consulta y de recurrir mucho más a los medios tecnológicos en la relación médico-paciente.
Pero todo está en el aire, entre otras cosas porque las circunstancias en la pandemia cambian rápidamente. De todos modos, por lógica, todo apunta a que en los centros sanitarios habrá que mantener la distancia social con lo que eso implica.
Gómez cree que habrá que fijar bien cuánto tiene que ser el tiempo para cada consulta y también «ser más precisos y puntuales todos». Habrá que manejar las agendas para mantener «una menor coincidencia o afluencia de personas en las salas de espera», que es «una de las preocupaciones».
Una herramienta clave serán los medios tecnológicos, con el horizonte de poder hacer video-consultas con la apli del SCS, o de comunicarse más con los profesionales sanitarios por teléfono o mail.
«Esas cosas que muchas veces hablamos, de visitas que pueden ser sustituidas por una llamada o por un contacto por videoconferencia y que tanto profesionales como pacientes eran reacios porque venimos de una cultura de la presencia física, en las circunstancias que hemos pasado lo vamos a dar todos mucho más valor», destaca Gómez.
Según abunda, para una comunicación de resultados o para otras citas «en las que no es necesaria una exploración física» se podría recurrir «perfectamente» a medios tecnológicos, «y eso evitaría mucha presencia de gente en los centros sanitarios».
El planteamiento pasaría por «un nuevo enfoque» en la atención primaria y «trabajar más la actividad preventiva», también con la perspectiva de dar mayor papel a los profesionales de enfermería.
En todo este sudoku se intuye la posibilidad de que se amplíe el horario de atención en los centros, pero Gómez precisa que se trata de una cuestión que tiene que ser objeto de negociación en el ámbito sindical.
De hecho, ese tema podría ser problemático si la Administración optara por esa vía de modificar turnos o ampliar jornadas a sanitarios sin acuerdo. En Cantabria, el Sindicato Médico ya advierte de que no se pueden modificar de forma permanente las jornadas y horarios de los profesionales, ni reordenar la actividad sanitaria habitual, al amparo del decreto del estado de alarma.
En cualquier caso, Gómez insiste en que todo el mundo tiene «que repensar cómo cambiar», al menos durante «esta fase primera de transición o desescalada», para ver «cómo recuperamos la normalidad evitando repuntes del virus».
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