«Las perspectivas no son nada halagüeñas» porque recientes estudios apuntan a que un 40 por ciento de los niños de 6 a 9 años no tienen un peso adecuado (obesidad o sobrepeso) -el 60 por ciento en la población adulta-, ha manifestado este miércoles el presidente de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), Francisco Tinahones.
Se trata de una «pandemia» que afecta a todo el planeta, especialmente a países desarrollados y en vías de desarrollo, donde uno de cada cinco ciudadanos es obeso, ha explicado, y que «desgraciadamente nos va acompañar si no somos capaces de tomar medidas contundentes», ha afirmado.
«No es un problema estético», es una enfermedad que «va de la cabeza a los pies», pues prácticamente todos los órganos se ven afectados por el exceso de peso, ha señalado Tinahones, quien ha demandado una estrategia multifactorial porque «de poco sirven unas gotas de agua en el océano» como la prohibición de anuncios de determinados productos.
En lugar de acciones puntuales, en España es necesario un «plan nacional», algo que ya están empezando a desarrollar algunos países de nuestro entorno como Alemania, Reino Unido o Italia, ha indicado.
Este plan debe «incorporar estrategias de vida saludable» en la educación, dirigidas a incrementar la actividad física y a concienciar, pues «todavía las familias no son capaces de percibir el exceso de peso como un problema», así como el tema impositivo, de manera que se graven más los productos menos saludables.
También se ha referido a la publicidad y el etiquetado de alimentos, pues la información nutricional es «fundamental» y en la actualidad «ni se ve y es muy técnica», por lo que ha abogado por un sistema «con el mayor consenso posible» que permita al consumidor identificar los productos saludables.
Los expertos claman también por la financiación de los nuevos tratamientos farmacológicos para el tratamiento de la obesidad y llaman la atención sobre la «paradoja» que supone que el sistema público sufrague fármacos contra la hipertensión o diabetes, pero no contra la obesidad, cuando es la «raíz» o base de esas enfermedades.
Una de las opciones que debe costear actualmente el paciente es la liraglutida, un fármaco que reduce el apetito y alarga la sensación de saciedad, que tiene un coste de unos 300 euros mensuales.
A ese respecto, el presidente de SEEDO ha abogado por tener una visión a largo plazo, por las comorbilidades que genera la obesidad, y ha citado como ejemplo que la cirugía que se emplea en obesidad mórbida es «rentable» pues reduce de forma espectacular el peso del paciente y también los tratamientos para enfermedades como la hipertensión o diabetes.
Tinahones reconoce que combatir la obesidad es «una lucha de gigantes» porque vivimos en un ambiente «totalmente obesogénico» y una sociedad que ha cambiado su forma de trabajo, ha reducido la actividad física y ha modificado su alimentación, que «se va alejando de la dieta mediterránea».
«Ahora vale más cara la fruta y verdura que cualquier producto insano de grasa saturada», ha lamentado el presidente de SEEDO, convencido de que «no se puede vencer» la obesidad con una medida puntual.
Además de pedir a los poderes públicos que pasen «a la fase ejecutiva», ha animado a la sociedad civil a empujar en esa dirección, de la misma forma que lo hizo para lograr la financiación del tratamiento contra la hepatitis C.
Más de trescientos profesionales de la salud se reúnen hasta el próximo día 20 en Málaga en el XVII Congreso de la SEEDO, donde destacan sesiones sobre obesidad infantil o el impacto de la obesidad en el deterioro cognitivo.
Pese a las dificultades, el vicepresidente de la sociedad, Albert Lecube, se ha mostrado optimista y ha confiado en poder «poner las bases» para luchar contra la obesidad, un reto en el que quieren implicar a los médicos de atención primaria.EFE
A.M.