jueves, noviembre 21, 2024
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La España Vacía sufre mala salud mental

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Las aldeas y pueblos de la llamada España Vacía, e incluso muchas poblaciones de hasta 10.000 habitantes, sufren una elevada incidencia de enfermedades mentales derivada del envejecimiento y la despoblación, todo lo cual incrementa la incidencia del suicidio.

Así, dos especialistas en salud mental consultados por EFE coinciden en señalar que, en zonas rurales con dispersión de población, al aislamiento y al envejecimiento se suman el mal acceso a los servicios de salud y la alta incidencia de las enfermedades mentales.

Y un estudio del Ministerio de Sanidad confirma el mayor consumo de psicofármacos en ese entorno.

Por otro lado, y según estimaciones llevadas a cabo por EFE a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) los municipios de 10.000 o menos habitantes, que reúnen al 20 % de la población española, han padecido en los últimos 10 años una frecuencia de suicidios que está cinco puntos por encima de la que les correspondería por población.

Es decir, han concentrado el 25 % de los suicidios, cuando por población deberían registrar solo el 20 %.

Aunque esta tendencia se viene reduciendo en los últimos años, los datos confirman que los municipios de mediano y pequeño tamaño sufren el suicidio más de lo que cabría esperar en razón de su porcentaje de población.

Los expertos consultados (y también las tasas de suicidio aportadas por el INE) apuntan a que muchos de estos municipios de mediano tamaño están ubicados en áreas de Asturias, Galicia o Andalucía que sufrieron vaciamiento de población como consecuencia de la emigración, y a ellos se suman pequeñas poblaciones del mundo rural de la llamada España Vacía, que incluye también provincias de Aragón o Castilla y León.

En referencia directa a Asturias, Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y Jefe de Servicio del Área Sanitaria de Oviedo, señala el efecto sobre la mala salud mental y el riesgo de suicidio que provoca la convergencia entre despoblación y biología: la emigración ha provocado que se hayan marchado “los más jóvenes y competentes”.

El resultado es una población envejecida y con mayor prevalencia de enfermedades mentales, explica, antes de recordar que el mundo rural está más aislado, y para las personas de mayor edad es difícil romper ese aislamiento a través de medios como internet, porque no son usuarios hábiles de las tecnologías digitales.

Daniel Jesús López Vega, psicólogo coordinador de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio Papageno, explica por su parte que un reciente estudio llevado a cabo por su equipo con datos del INE ha dibujado “un pequeño mapa provincial” del suicidio.

“Se observa que hay varias zonas de alta tasa de suicidio que coinciden con las tradicionalmente de riesgo en Andalucía, Asturias, Galicia y Castilla-León. Es curioso que el mapa tenga ciertas coincidencias con el de la disminución de la población tras la crisis económica. Ambos problemas pueden tener causas comunes”, explica.

El estudio “Salud mental en datos”, publicado por el Ministerio de Sanidad en diciembre de 2020, señalaba que el consumo de antidepresivos, ansiolíticos o hipnóticos/sedantes es mayor cuanto menor es el tamaño del municipio.

Este consumo se incrementa también con la edad y, según datos del padrón del INE, a medida que se reduce el tamaño del municipio crece el porcentaje de personas de entre 65 y más años, que es superior a la media a partir de los 5.000 habitantes, y alcanza al 40 % en las aldeas de menos de 100 personas.

Aunque la incidencia del suicidio es alta en varias franjas de edad, y no solo en las avanzadas (siempre según datos del INE), la OMS señala la existencia de trastornos psicológicos y el aislamiento, que es mayor en el medio rural, como factores de riesgo suicida. 

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