La realidad a veces supera a la ficción, y si no que se lo digan al periodista Melchor Miralles, que sufrió en la madrugada del pasado sábado un intento de secuestro que terminó frustrando la policía mexicana, según ha explicado él mismo con todo lujo de detalles en su blog mediante una entrada titulada “Me están secuestrando”.
El colaborador televisivo, ex director de 'El Mundo TV' y responsable de la productora Cuerdos de Atar se encontraba en Tapachula (Chiapas) junto a todo su equipo rodando un documental de la serie ‘En tierra de nadie’ sobre los migrantes que tratan de llegar a los Estados Unidos cruzando México, encaramados a La Bestia, el tren de la muerte.
Según él mismo relata, se encontraba en su habitación a las tres de la madrugada cuando recibió una llamada telefónica que le despertó. El interlocutor se identificó como responsable del cártel “que controla este Estado”, le djo que le estaban vigilando en ese mismo momento, y le amenazó de muerte tanto a él como a su familia, a la que decían tener controlada en Madrid. “Así arrancó la hora más angustiosa de mi vida”, confiesa el periodista.
Telefónicamente, Miralles fue intimidado no solo para que pagara y le dejaran en paz, sino también para que abandonara el hotel y se subiera en un coche. Las amenazas incluían también al resto de su equipo, integrado por Carlos Medori, Federico Cárdenas, Noemí Redondo, Itsaso Gallego y Santiago Trancho, conocido también por ser el cámara de ‘Frank de la jungla’ -junto a Frank Cuesta y Nacho Medina- y pareja de la actriz televisiva Ana Fernández.
Tras 45 minutos a oscuras, como le obligaba su interlocutor, Miralles logró alcanzar su móvil de la otra mesilla y llamar a Itsaso para decirle, susurrando: “Me están secuestrando”. “A partir de ahí, durante 41 minutos más, hablaba con el secuestrador y colocaba el micro de mi móvil de modo que Itsaso y Noemí pudieran escucharme a mí y escuchar las instrucciones que me daban quienes pretendían brincarme”.
Miralles alargaba la conversación mientras era preguntado por el documental que estaban grabando, si estaba armado y por cuánto dinero tenía. Recibió órdenes: “Iba a tener que salir a la calle, subirme a un coche que me llevaría a comprar un móvil con tarjeta mejicana, recargar además otros dos números, y entregarles mi dinero. Y debía llevar las tarjetas de crédito”.
El resto de su equipo, mientras, contactaba con las autoridades tanto en España como en México. Cuando el interlocutor le dio permiso para dejar el teléfono y vestirse, Miralles aprovechó para hablar con sus compañeros, que le pidieron que aguantara un poco más. Y lo logró.
Su interlocutor perdió la paciencia y le obligó a abandonar la habitación cuando había ganado el suficiente tiempo para que su contacto en México llegase y viese cómo una mujer con un móvil en la mano vigilaba su alojamiento, hacía una llamada y se iba. Miralles salió, pero para reunirse con su equipo y recibir a la Policía de la Fiscalía de Delitos contra el Migrante.
Según él, “los policías nos hacen preguntas con una serenidad, una frialdad, una distancia que me asombra. Será la costumbre que tienen. Después me piden autorización a mí para que entre la Policía Federal”. “Entre denuncias y no denuncias, advertencias, consejos, conversaciones con unos policías y otros, estuvimos retenidos sin poder salir del hotel hasta 14 horas después. Y camino del aeropuerto, escoltados por tres vehículos policiales, la angustia aún nos atenazaba. Debíamos abandonar Tapachula a toda velocidad”.
Miralles sólo lamento que “este intento de secuestro se ha cargado nuestro documental. Los policías y agentes españoles que nos han ayudado nos aconsejan salir de México. Los mejicanos amigos, también: ‘No era un secuestro virtual o secuestro exprés para pillar unos dólares’, me dicen, ‘iban a por tí, a por vosotros, porque no querían que acabárais vuestro trabajo’. Y lo han conseguido”, se lamenta el periodista, que ya está junto al resto de su equipo en España.