No sólo José Luis Moreno le cuesta dinero a RTVE y, por ende, a los españoles. Lo del ventrílocuo u otras estrellas de la cadena es «pecata minuta» comparado con los 45 millones de euros que le suponen cada año los edificios con los que cuenta por toda España.
En total son 458 instalaciones, 252 en propiedad, distribuidas en 234 centros de trabajo, que conllevan unos gastos anuales de 16 millones en electricidad, seis millones en seguridad y vigilancia de los mismos, 5,5 millones en limpieza y otros cinco millones en su conservación.
Sólo los que tiene en Madrid y Barcelona representan 25 millones de ese coste, el 55 por ciento del total, pese a que cuando Luis Fernández fue presidente se puso en marcha un plan de reestructuración inmobiliaria que incluía hasta la venta de Prado del Rey, Torrespaña y los estudios Buñuel, los únicos que se vendieron (el pasado año sacaron por ellos 35,2 millones de euros).
Pese a todo, desde la Corporación se destaca que en los dos últimos años se han ahorrado 40 millones en gastos relacionados con la gestión de esos inmuebles, cuya depreciación por culpa de la llamada «burbuja inmobiliaria» hizo que alcanzaran la cifra de 400 millones de euros en 2013, año en el que todas esas posesiones valían la mitad que en 2007.
Esos gastos suponen casi la mitad del déficit estructural anual que está sobre los 100 millones de euros, mientras que la explotación en propiedad o alquiler de 670.000 metros cuadrados de oficinas y espacios destinados a estudios y platós contrasta con el actual panorama televisivo en España, caracterizado precisamente por la sobrecapacidad productiva.