La audiencia no le hizo tanto caso como la semana anterior a Alejandro Sanz (esta vez el programa se quedó en 934.000 espectadores y un 5,2% de cuota), pero sin lugar a dudas dio mucho más juego en las redes sociales, donde fueron muy comentadas sus declaraciones.
La visita de Ruth Lorenzo a 'Viajando con Chester' sirvió para descubrir muchos secretos ocultos de la que fuera el año pasado la representante de España en el Festival de Eurovisión.
La cantante confesó su anorexia y su bulimia, «aprendí a vomitar. Te callas todo y te torturas un poco. Ha sido muy difícil y ahora mismo de hecho estoy pasando un brote bastante fuerte. La bulimia y la anorexia es como el que es alcohólico. Yo siempre voy a ser así. Y tengo que estar pendiente a los bajones que te dan».
Lo peor de todo es que en vez de haberse curado ha recaído, «llevaba tiempo sin vomitar y en los últimos meses he recaído alguna vez. Estoy en tratamiento psiquiátrico y psicológico, con un equipo que me ayuda».
Ese doble tratamiento lo aclaró afirmando que «tengo que arreglar el coco, que lo tengo ido», recordando que «la primera vez que hice terapia fue a los 18 años y terminé peor, así que no volví a ir nunca». Según ella, todo se debe a que «para ser tan echada para adelante con la vida tienes que ser un poco inconsciente».
Ruth Lorenzo también le contó a Pepa Bueno cosas de su familia: «Mi madre se iba a Francia a abortar de mí cuando dos misioneros mormones la abordaron, le gustó lo que escuchó y se bajó del tren. Se hizo mormona y se bautizó. No había muchos mormones en nuestro entorno, los ciento y pico miembros de la congregación».
Eso fue a modo de preámbulo para asegurar que «mis creencias me han hecho alejarme del alcohol y de las drogas, aunque de los hombres ha sido imposible, aunque mi religión promueva la castidad hasta el matrimonio».
Esa particular forma de ver la vida la llevó a devolver un contrato de un millón de euros, «que le den por culo al dinero. Con esas canciones no era yo. Quería otra cosa que la que me sintiera feliz. Me querían convertir en un 'one hit wonder', ganar dinero con una canción y convertirme luego en un juguete roto».
De cara al futuro, la cantante indicó que «no tengo tiempo de lamentarme, de decir pobre de mí ni de compadecerme. Admiro a la gente que tira para adelante», e incluso aseguró que «no querría tener hijos, aunque soy muy maternal y adoro a los críos, pero ser madre no me llama».
Quizás por eso precisó que «me encantaría poder volver al pasado y hablarme, porque me hubiese evitado sufrir, pero al mismo tiempo ese sufrimiento es el que te hace ser como eres», y dio consejos a las niñas de nueve años, «les diría que no están solas, que confíen en la gente que las quiere, que tengan confianza y que sigan soñando. ¿Qué le puede pasar a una niña de 9 años para que le destrocen la vida? La vida no es fácil, no lo es ni lo va a ser».