«¿Qué quieren, hostias?«. Esto es lo que terminó preguntando Maite en una de las habitaciones, después de no encontrar al culpable de haberla echado crema en la cara y en sus sábanas mientras dormía.
Lo que, según Aritz, había sido «una broma», pesada sin duda, pudo terminar como el rosario de la aurora la pasada noche de no mediar finalmente el «súper» en el confesionario, a donde la víctima había acudido a pedir auxiilio.
Las ganas de fiesta y diversión de los concursantes llevaron a Amanda, Vero, Suso, Marina, Aritz y Muti, este tapado con una manta, a gastarle la broma a Maite cuando esta ya dormía en su habitación, de la que salieron a la carrera una vez realizada la misma.
Al sentir el portazo que dieron a la puerta de la habitación, Maite despertó y pudo comprobar en qué había consistido, con crema todavía por la cara, y rápidamente se puso en pie, vestida únicamente con un tanga, aunque eso era lo de menos para ella, «me da igual estar desnuda».
Mientras decía a sus compañeras de cuarto que «quieren guerra con el toro«, y Marta la daba la razón al afirmar que «esto es una falta de respeto», cogía su edredón y, envuelta un poco en él se dirigió al otro cuarto a buscar a los culpables.
Allí, mientras alguno la decía «tápate, que se te ve todo» y otros que se callara porque querían dormir, Maite precisaba que «yo voy de frente», y amenazaba a todos asegurando que «a mí no me hace esto nadie, le reviento la cara».
Esas amenazas continuarían más adelante al señalar que como descubriera a la culpable, pues estaba convencida de que había sido una mujer (intentó culpar a Raquel, pero Aritz le dijo que ella no había tenido nada que ver), «le meto un palizón que la dejo sin pelos», ya que puntualizó que «un espíritu no ha sido».
De nuevo en su cuarto, iba más allá y afirmaba que «ojalá se mueran todos, porque estas macarradas y canalladas no las aguanto». Ahí vino lo de que «¿qué quieren, hostias?», antes de irse a ver al «Súper».