-Otra vez vuelve a televisión y otra vez con un 'late night'…
-España necesita un 'late show', pero sí es cierto que yo soy el pesado de los late en España.
-Le he oído decir que «es el programa que soñaba hacer», pero también se lo oí cuando presentó sus anteriores espacios…
-Gracias por permitirme matizarlo. En realidad yo siempre lucho por hacer los programas que quiero hacer, pero no siempre se dan esas circunstancias, pero aquí sí hay un factor importante, que es que yo quería hacer un late puro y esta cadena lo quería, pero otras cadenas no juegan a eso, quieren programas más corales, más largos… Por eso no es baladí esa cuestión ahora.
-Vuelve entonces a sus orígenes…
-Así es, yo soñaba con volver a ellos, con un late más ortodoxo, y aquí me dijeron adelante. Pero que quede claro que yo siempre que hago un programa intento hacerlo bien, así como lo que me piden y me dejan.
-¿No se le van a quedar cortos esos 50 minutos?
-Quizás se me haga un poco corto, y por eso estamos hablando internamente de ponernos las pilas porque en verdad entramos en una realidad nueva que no es el ir muy tarde y alargar. Antes llegábamos a hacer hasta 90 minutos, casi dos espacios de los de ahora.
-¿Es más complicado hacer un programa corto que uno largo?
-Es difícil, pero bonito al mismo tiempo, porque es la destilación, la pieza tiene que ser niquelada, todo entra porque es bueno, lo que es mediano no entra. Está bien, será un ejercicio interesante de depurar y va a favor de producto.
-Lo de cambiar Barcelona por Madrid en estos tiempos puede ser algo 'peligroso' para usted. ¿No teme que no le vuelvan a dejar entrar en Cataluña?
-Qué va. Son tiempos muy movidos en todos los territorios. Aquí, lo que es interesante es cómo todo el patio político y social está patas arriba, entonces ya no es Cataluña, es el conjunto de España. Para mí es muy interesante lo que está pasando y creo que todo pasa por algo.
-¿Es un buen material para usted la situación política actual?
-Imagínese. Para unos cómicos salir cada noche a contar todo esto es fantástico. Está bien, va a ser una época muy movida pero tremendamente interesante.
-¿Va a poder usted cambiar ahora esa imagen más de humorista catalán que de otra cosa?
-Yo creo que siempre he recogido sólo cosas positivas. Yo a la gente en Cataluña siempre les digo que a mí me tratan fantásticamente bien en Madrid, nadie me ha afeado mi conducta, en Madrid sólo he recibido cariño, complicidad, curro… No sirvo de metáfora para nada, pero habría que pensar que a veces hay un discurso político caliente que no coincide con la realidad de la calle y de compañeros, que es muy distinta. A mí me va bien y me lo paso bien en todos lados.
-¿Le impusieron el hacer el programa desde Madrid o fue una decisión suya?
-No, pedí yo el traslado de alguna manera personalmente porque este producto necesitaba ser hecho en Madrid, tanto a nivel de invitados como de producción. Nunca lo había hecho y quería probarlo.
-¿Y lo de imitar a Íker Jiménez, en eso de trabajar con su propia mujer?
-Ya sabíamos que iba a haber bromitas con esto pero lo de Silvia Abril es muy fuerte. Yo siempre he sido muy pudoroso con la relación profesional con Silvia, no personal, para que nunca se pudiera decir que estaba aquí porque es mi compañera, pero en los últimos meses todo esto se ha hecho añicos porque tenemos a una Silvia en un momento artístico brutal. Yo mismo me dije que no podía ser tan tonto de tener una Silvia así y no tenerla en mi programa.
-¿Va a disponer entonces de toda una estrella en su plató?
-Vamos a vivir una muy buena Silvia Abril, estoy muy contento por ella, porque creo que ahora mismo es la cómica más en forma del país, y es un placer que esté en mi programa.