Ahora resulta que no son temas políticos, ni de afinidad entre países, los que deciden los votos del Festival de Eurovisión, sino la condición sexual de los eurofans.
Eso al menos es lo que cree la representante española, Barei, que no comparte el favoritismo que se le da a Rusia: «Yo creo que es difícil que ganen porque al final los que votan son muchos eurofans y el 90% son homosexuales. Entonces, si yo fuera gay, viendo como tratan a los gays, no votaría a Rusia. Por una cuestión humana…».
Barei dice que sintió «vergüenza ajena» cuando visitó Rusia por última vez para promocionar su candidatura junto a otros representantes, sobre todo porque recuerda que el representante de Israel, Hovi, fue tratado muy mal en el aeropuerto ya que «se rieron de él de manera descomunal» por ir maquillado y con los ojos pintados».
Según se supo en el avión intentó disimular su aspecto quitándose parte de su maquillaje para no desentonar y en el control de pasaportes le rompieron el plástico del documento, lo miraron con lupa y se empezaron a reír entre ellos.
La cantante afirma que «pensaba que era más lo que me decían que la realidad, pero cuando vi eso en el aeropuerto dije: '¡Qué fuerte y qué pena!'. Y pensé también en los eurofans diciendo 'como gane Rusia…'. Que eso no quiere decir que el artista no se lo merezca, pero una cosa es esa y otra lo que pueda conllevar que gane ese país».
Respecto a cómo será su puesta en escena, Barei aclara que será minimalista y que el hecho de que Rusia utilice las mismas armas del anterior ganador del Festival, Måns Zelmerlöw, podría no beneficiarle, «a mí Rusia no me gusta. No me acuerdo ni de cómo es. No se me ha quedado nada. Sergey es un encanto pero me parece muy frío».