domingo, septiembre 22, 2024
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«He necesitado muchas noches para aceptar mi homosexualidad»

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La celebración de la fiesta del Orgullo Gay en Madrid ha llevado a Sandra Barneda a confesarse en su bitácora particular de Telecinco.es, donde ha intentado aclarar lo desaconsejable que son comentarios como el que ha hecho esta semana José Luis Patiño en El Diario de Ferrol, donde afirmaba que estaba «hasta el culo» de ese festejo. 

Según ella, «no hay otra forma de conseguir la normalidad que no consintiendo ni estupideces, ni ataques, ni acciones ni mofa alguna”, y en este aspecto recordó que «es de sobra sabido la persecución que existe; que casi en 80 países la homosexualidad es ilegal y en una decena se castiga las relaciones entre el mismo sexo con la muerte. Este argumento repetido hasta la saciedad no sirve a mentes obtusas, que en su rechazo a la libertad, piensan que porque exista una ley en España, andamos protegidos de comentarios xenófobos, de miradas de desaprobación o sentir como la espada invisible de Damocles recae sobre ti por el hecho de expresarte libremente, de amar libremente sin caer si estás en tu intimidad o en plena calle”.

La presentadora asegura que «jamás me he ocultado, pero me he mostrado a mitad y he sufrido por ello”, y precisa que «mis amigos y familiares; a su debido tiempo y, con un previo tragar saliva por miedo al rechazo, han sabido de mi homosexualidad. Jamás he inventado novio, ni en el trabajo ni en casa. Pero es cierto, que durante algún tiempo, parecía que mi vida sentimental era un desierto. Ellos no preguntaban, yo no hablaba. Ese silencio acordado se me fue con el tiempo haciendo una bola difícil de tragar”.

Lo peor para ella ha sido el que algunos compañeros de profesión la engañaran con supuestas entrevistas 'meramente profesionales' para sacar a la luz pública su homosexualidad, «jamás concedí una entrevista personal para hablar de ello, pero ellos decidieron –qué poco me gusta la expresión- “sacarme del armario” y publicar la foto de quien entonces era mi pareja”.

El que todo el mundo lo supiera sin haberlo dicho ella antes afirma que fue lo peor que podía haberlo pasado, «no puedo describir la sensación de llegar a la tele ese día y sentir que todo el mundo sabía, sin yo haber tenido la libertad de decirlo, con quien me iba a la cama. No quiero dar la sensación de víctima, pero si insistir en no consentir porque, a mis 40 años, me he dado cuenta, e incluso pido perdón –a mí misma y al resto- , por haber consentido demasiado al respecto de mi persona y mi intimidad”.

La periodista asegura que «no me considero un ejemplo a seguir; he necesitado muchos años para sentirme bien conmigo misma. He necesitado muchas noches para aceptarme. Me considero una superviviente, una más que desea amar con libertad. Salir a la calle y besarme con mi chica, pasarle la mano por la espalda, quitarle la migaja de pan en la comisura; recibir un beso espontáneo sin sentirme coartada o expuesta…».

Precisamente revela que eso es lo que más envidia, «me emociona ver todos aquellos que lo han hecho, a pesar de sentir en el cogote el peso de las miradas», y lanza un consejo a otros compañeros, «¡Que no se equivoque nadie! Por ello no hay que consentir que medios de comunicación publiquen palabras insensatas, que duelen y son dichas con el mayor de los desprecios a hacia una parte de la población que lo único que pide es amar y no ser juzgado o señalado por ello».

M. A.

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