Fue presentada como una estrella de la casa, pero ha terminado siendo… fugaz. Tres emisiones, tres, es lo que ha durado Sara Carbonero en Telecinco, donde intentaba repetir en un formato de entretenimiento el éxito que tuvo como reportera de deportes.
El debut ya no aventuraba nada bueno, con 1,3 millones y un 9,9% de cuota de pantalla, y el segundo día fue aún peor, convirtiéndose en la cuarta opción de su franja horaria. Mediaset ni tan siquiera quiso esperar a los datos del tercer día y anunció en la noche del jueves que Quiero ser pasaría a emitirse en Divinity.
Eso sí, no ha querido venderlo como un fracaso de audiencias sino como «una apuesta por la producción propia» de ese canal más ligado al público femenino y, por supuesto, a la moda a la que se suponía quería ensalzar Quiero ser.
A partir del próximo lunes 25 de julio Cazamariposas y Sara Carbonero harán tandem en el access prime time, y el domingo habrá una gala especial que alcanzará el prime time y con la que se quiere relanzar el formato.
Pasión por la moda, creatividad, capacidad de superación y habilidad para conectar con el público son, según reza en sus objetivos, las máximas de un talent que sin embargo no se ha ajustado a las mismas en sus primeras emisiones.
A lo largo de cada semana, cada uno de los tres profesores se hace cargo de la formación de dos de los candidatos a ser una persona influyente en el mundo de la moda y al final de la semana uno de ellos saldrá, siendo sustituido por otro aspirante.
El primer programa estuvo más centrado en las broncas entre los concursantes que en la moda, y en el segundo lo más llamativo fue la pedida de boda que hizo la novia de Dulceima, una de las coach, que aceptó en directo casarse con ella.
En las próximas entregas del programa, además de Sara Carbonero y su equipo ya se ha anunciado que se contará con Laura Matamoros, ganadora de Gran Hermano VIP, con la que se intentará también aumentar la audiencia.
M. A.