Ni de «batallitas», ni de hacer planes a diez años. El actor, humorista y guionista Dani Rovira vive el presente, aunque ya tiene «asegurado» el estreno, el viernes, de «El futuro ya no es lo que era» y luego de «100 metros» y «Ozzy», y está en «reuniones 'atisbatorias'» para presentar sus terceros Goya.
«Lo único que hago mirando más allá, al futuro, es cuidar mi salud, porque soy muy aprensivo y quiero la máxima calidad de vida el máximo tiempo posible», confiesa en una entrevista con EFE la «revelación» del taquillazo «Ocho apellidos vascos» y su secuela, «Ocho apellidos catalanes».
Rovira (Málaga, 1980) batió todos los récord de espectadores con sus anteriores trabajos pero no sabe cómo reaccionará el público ahora con «El futuro ya no es lo que era», la segunda película de Pedro L. Barbero tras «Tuno negro» (2001), y que se estrenó sin demasiada fortuna en el pasado Festival de Cine de Málaga.
«Es una incógnita, una apuesta arriesgada, porque nos enfrentamos a una película que no es un drama ni una comedia. Los actores estamos en registros muy diferentes de los acostumbrados y tenemos mucha ilusión por ver si el público corrobora lo que nosotros apreciamos», explica.
Confiesa que él tiene una «enorme pelea» porque la productora «insiste» en venderla como una comedia y para él «no lo es», al menos «no es una comedia al uso ni, por supuesto, nada parecido a 'Agárralo como puedas'», compara.
La película cuenta la historia de un cuarentañero que vive desde hace una década una doble vida: en la televisión «adivina» el futuro con el nombre -flequillo, barba rubia y lentillas azules- de Kar-El, pero en la realidad no es capaz ni siquiera de ver lo más evidente.
«Iiene más connotaciones de drama, aunque, de vez en cuando, entre por las ventanitas un poco de comedia. El director la define como una comedia posromántica, que empieza justo en el momento en el que terminaría una película romántica, es decir, te enseña lo que ha pasado veinte años después con aquella preciosa historia de 'comieron perdices y sentían mariposas en el estómago'», dice.
«El futuro ya no es lo que era» cuenta cómo una historia de amor ha ido degenerando hasta encontrar a su protagonista, Carlos, «en el meridiano de su vida, con un panorama difícil porque se ha dejado llevar durante diez años; la sombra de su madre (Carmen Maura) es muy alargada, y no se lleva bien con su ex ni conoce a sus hijos», sintetiza.
Asegura que odia «con todas sus fuerzas» al personaje de Kar-El, «un álter ego de Carlos, un triunfador, supermoderno, sofisticado y 'atractivo' vidente».
Reconoce que empatizaba tan poco con él que, cuando se enteraba de que esa mañana le tocaban escenas como Kar-El, se ponía «de mala leche» desde que le recogían para rodar y que «quizá» eso ha contribuido a la composición de un personaje, como mínimo, «inquietante».
«Ha sido como un calvario, y no solo porque la caracterización era muy laboriosa. Carlos es gris, anodino, y ahí -explica- es por donde se han podido escapar las herramientas que usas toda la vida para arrancar la risa, pero he querido hacer un trabajo de contención constante, con los hombros siempre hacia delante, componer un 'looser' con todas las de la ley».
Y en el otro lado, «hacer de» Kar-El ha sido duro porque «detesta» esa «profesión»: «Hay unos que se dedican a echar las cartas y que forman parte de un 'show', pero les separa una línea muy fina de quienes, sin escrúpulos, juegan con la credulidad, desesperación y desasosiego de la gente, algo deleznable».
Lo próximo en su «cortoplacista» agenda será «100 metros», una película sobre la esclerosis múltiple, que se estrena el 4 de noviembre.
«Es sobre las personas que hacen cosas que les dicen que no pueden hacer. Es un proyecto que debería estar por encima de la buena o la mala crítica o taquilla. Es un canto a la vida, una historia de superación, de denuncia para las administraciones», revela.
Antes, en octubre, estrenará «Ozzy», «un guiño muy divertido al género carcelario y de fugitivos», en la que da voz a «un teckel cegato que es un escapista».
Y ya está en reuniones «atisbatorias», «en proceso de acercamiento», se ríe, con la Academia de Cine para presentar lo que sería su tercera ceremonia de los Goya.
Hasta ahí sus planes y, sobre los de los demás, en concreto, los del gobierno de España, opina que parece que da la sensación de que los españoles «hayan votado mal» y que hay que estar repitiendo comicios «hasta que salgan bien, es decir, que les convenga».
EFE