«Lo imposible retrocede cuando se marcha hacia ello». La frase de Sebastián Álvaro, el director del mítico programa televisivo Al filo de lo imposible, que durante más de 25 años hizo historia en TVE, parece que todavía intentan ponerla en práctica personas vinculadas al medio, y no sólo los que tienen fama de aventureros como Jesús Calleja sino simples 'mortales' como Pilar Rubio.
La colaboradora de El Hormiguero, que hace apenas unos días tuvo primero convulsiones, mientras hacía la prueba, y después mareos durante más de dos horas por haber permanecido más de dos minutos debajo del agua, tendrá que saltar al vacío la próxima semana desde una altura de un cuarto piso, por mucho que ella diga que «no encuentro nada peor».
¿Lo pondrá en su contrato? ¿Lo tendrá que hacer obligatoriamente si quiere seguir en el trabajo? Preguntas como estas se las podría hacer cualquier telespectador después de escucharle frases como «eso es imposible”, «eso no lo ha hecho nadie ni lo voy a hacer yo» o «¿cómo voy a hacer eso?”, que pronunció la propia Pilar Rubio al enterarse de su nuevo reto.
Su jefe, Pablo Motos, le precisó que «solo quiero hacer un programa que entretenga a la gente en casa”, para 'animarla' a continuación al indicarle que «me está costando porque yo lo he hecho, y antes le dije a mi mujer los bancos donde estaba todo por si pasaba algo». De superarla, quizás la próxima prueba sea lanzarla en paracaídas sin paracaídas o meterla en una jaula llena de leones sin alimentar desde hace dos meses.
Retos muy diferentes
Ese afán por tratar de rizar el rizo, de, como decía el programa de TVE, estar siempre 'al filo de lo imposible', no es algo que haya descubierto el espacio de Motos, ya que buena parte de espacios televisivos ha intentado aferrarse a ello, de fomentarlo, para intentar enganchar a la audiencia.
En 'Al filo', por ejemplo, el único programa de televisión que ha filmado las 14 cimas de más de 8.000 metros que existen en el planeta, además de los tres polos (el Polo Norte, el Polo Sur y el Everest), lo mismo plasmaba el intento de Joe Vogel de cruzar caminando el Salar de Uyuni sin equipo de apoyo, que el de Sebastian Copeland y Eric McNair-Landry, de conseguir en Groenlandia el récord del mundo de distancia recorrida en 'kite-ski', o la de Jon Durand de enfrentarse con su ala delta a la nube Morning Glory, un fenómeno poco común de la parte norte de Australia.
Claro que el concepto de 'imposible' no siempre tiene la misma trascendencia o valor habida cuenta de que también se utiliza en otros espacios no tan aventureros como Top Chef, donde se ha oído varias veces decir a Alberto Chicote que «lo que engancha al espectador es ver la superación, el trabajo y la disciplina de los concursantes en situaciones casi imposibles». Eso sí, lo más que pueden perder en las mismas son sus cuchillos, no su vida.
Para él, esos 'imposibles' son cosas como la prueba de fuego, la de contrarreloj o los retos grupales. Poco que ver con el cruzar en paramotor el estrecho de Yucatán, desde la costa cubana hasta México, grabar imágenes en el reino himalayo de Mustang por primera vez en la historia, recorrer 5.000 km en una travesía polar por la Antártida desconocida e inexplorada con un catamarán movido por cometas o explorar por vez primera cuevas sumergidas en los cenotes de Yucatán, México, que mostró el citado espacio de Sebastián Álvaro.
Ni tan siquiera con las penalidades que tuvieron que padecer los concursantes de Expedición imposible, el programa que emitió en 2013 Cuatro y en el que a lo largo de varias etapas eliminatorias los concursantes se enfrentaban a pruebas físicas y de habilidad poniendo sus fuerzas al límite. Es decir, al más puro estilo, por ejemplo, de los habituales Supervivientes de Telecinco, donde algunos terminan por abandonar porque el físico no les da para más. El todo vale en televisión tan comentado y denostado.
M. Arroyo