Conocida por mostrar en las redes sociales alguna parte de su cuerpo desnuda, o por besarse con una chica para intentar apoyar de esa manera al colectivo LGTBI, o por compartir un suceso íntimo de su vida, ahora Adriana Abenia ha intentado justificar el por qué lleva a cabo todas estas acciones.
Sobre todo para intentar defenderse de las críticas de los que entienden que enseña demasiado su cuerpo, tanto en su blog como en las citadas redes. Según ella, «si lo hago es porque en España los culos y las tetas venden, no descubro nada», y de ahí que ella intenta explotar la sensualidad, uno de los temas que más clics suscita.
Adriana subraya que «no pretendo ser ejemplo de nada, no soy una persona que destaque por su corrección», aunque puntualiza que «a veces es una tortura generar contenidos que os distraigan o susciten algo, bueno o malo».
La presentadora televisiva puntualiza que «cuando me pongo poética me lee menos gente que si hago uso de lo ordinario y cotidiano, a no ser que tire de demagogia», principalmente porque confiesa que «no me puedo permitir ser una romántica».
A pesar de esas fotografías, más o menos subidas de tono, Adriana ha querido dejar claro que para ella no es agradable realizar todas esas instantáneas que publica, «no me agrada la sensación de fotografiarme en la calle con poses chorras y arrogantes, me da vergüenza».
Aunque no la gusten tampoco parece que vaya a dejar de hacerlas porque, como ella misma afirma, a modo de reflexión sobre esa autocrítica, «¿se puede permitir Alejandro Sanz decir que odia el Corazón Partío cuando seguro que esa es la verdad? ¿Una actriz contar que cuando graba una película no tiene idea de qué sentido tienen sus frases en una secuencia ya que ni siquiera sabe de qué va a ir la peli? ¿O David Copperfield desvelar sus trucos al despertar un día?». Ella, se supone, tampoco.