viernes, septiembre 20, 2024
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Pérez-Reverte cree que España es «un país de cutres y casposos»

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La historia de un espía en España en plena Guerra Civil, 'Falcó', lo mismo le sirve a su autor, Arturo Pérez-Reverte, para hablar de aquella contienda bélica que de la situación actual en España, que de las feministas si se tercia. 

Así por ejemplo lo demostró este lunes en el programa de Onda Cero Más de uno, donde después de precisar que con su nuevo libro «he buscado, deliberadamente, hacer una cosa transversal, sin buenos y malos, porque eso es original», y de definir una contienda civil como «la peor de todas, porque al final es un ajuste de cuentas», entró a comparar aquella época con la actual. 

Según él, «como en la Guerra Civil, ahora la izquierda no se pone de acuerdo ni para combatir a la derecha», recordando que «como en el 36, perdió la guerra por eso, porque mientras unos eran disciplinados y tenían claro que luchaban para borrar el marxismo, en los otros cada uno quería una cosa diferente, y hasta Azaña decía en sus memorias que 'es imposible gobernar rodeado de imbéciles'». 

Eso sí, su espía Falcó, al que tildó como «un tipo con clase, guapo, encantador, elegante», dijo que no tiene que ver con otro más contemporáneo como Francisco Paesa, del que dijo que «es un cutre, un casposo, que solamente en un país de cutres y casposos como este podía medrar como medró».

Pérez-Reverte justificó su negativa a acercarse más a la realidad en sus obras porque «ahora somos vulgares, hasta en lo grotesco, en la tragedia, la actualidad es tan prosaicamente directa que no tengo ningún interés en novelar el presente, por lo que no hay ningún asunto en lo presente que me interese novelar».

El escritor subrayó que quiere «que el lector quiera acompañar a mis personajes equis páginas, que descubra algo en ellos que le interese», y subrayó que «un canalla es tolerable si tiene algo más, grandeza, elegancia, simpatía, encanto, inteligencia…, pero ahora ni siquiera hay canallas, hay caspa, corruptos».

Para él, «la realidad es falsa, pero la realidad es otra, por eso es tan interesante cuando viene una desgracia, unas torres gemelas o un Bataclán la reacción de la gente, que digan que no es posible». Y es que, según él, «lo anormal es lo que estamos viviendo aquí. El mundo es un territorio peligroso, lleno de gente peligrosa e hijos de puta, con pistola o sin pistola, y creemos que estamos a salvo, pero no lo estamos, y mis novelas llevan al lector al mundo real». 

Por ese motivo destacó que «me gusta escribir cosas que me hacen sentirme bien, en un estado de felicidad, pero tener presente el día a día, deprime, si yo me acostara pensando que tengo que hablar al día siguiente de lo que pasa, como los periodistas, dormiría muy deprimido».

Dos días antes, en La Sexta Noche, el excorresponsal de guerra explicó también que quiere que su hija «sea dueña de su vida y tenga igualdad con los hombres, con los mismos derechos y deberes, porque ellas tienen una larga herencia genética y social que les hace ser superiores moralmente al hombre, el hombre se derrumba con mucha más facilidad aunque sea muy potente en el sprint».

Sin embargo, el escritor rechazó el feminismo más radical: «Hay una cosa que no estoy dispuesto a tolerar y es que me hagan chantaje. La estupidez no estoy dispuesto a aceptarla. Una cosa es el feminismo necesario y otra es el talibanismo radical que se basa en retorcer las palabras y en violentar la razón y el sentido común».

Esa actitud cree que le perjudica porque «me burlo de ello y pago un precio porque se te echan encima las ultradicales, pero me da igual, y jamás toleraré que una culta fanática o una analfabeta de etiquetas me digan cómo he de expresarme, no lo voy a tolerar».

M. A.

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