A ella no le hace falta abuela que la halague, y por eso asegura que el hecho de haber salido de la casa de Gran Hermano VIP en absoluto es una tragedia para ella, «estoy entusiasmada y feliz porque ha llegado el mensaje de Aída Nízar a muchos espectadores», y que si ha salido es porque «provoco pasiones encontradas: Por un lado me hacen batir récords de audiencia y por otro no soportan verme brillar. Pero, ¿de qué se trata en la televisión, de que te vean o que te quieran?».
Aída reconoce que «yo ambiciono que los espectadores me quieran como me quiere mi familia, mis amigos o la gente que me conoce. Conocerme es quererme», y dice sentirse «muy querida porque no solamente me dejan hacer mi trabajo sino que me hacen líder».
Sobre ese porcentaje del 69,69% que provocó su expulsión destaca en una entrevista en Diez Minutos que «hasta en eso me regalan un número mágico y sexualmente muy apetecible», aunque reconoce que su marcha «me provocó una inmensa tristeza, pero he hecho muy bien mi trabajo mientras los demás sólo hacen caja… Yo he levantado el concurso y he demostrado una inmensa paciencia».
Ya en plan diva afirma que «no creo que haya nada mío que no guste, porque me consumen», al tiempo que puntualiza que «lo que me preocuparía sería ser una Alyson de la vida, que tuviera que buscar amigos en Tinder; o una Irma Soriano, que reconoce que está ahí por necesidad económica, si no jamás hubiera ido a un programa como GH VIP, ella se avergüenza».
La vallisoletana precisa que ella no fue por dinero, «he ido porque he nacido para comunicar» y cree que «no hay verdaderas reporteras a mi altura, pero no quiero ser el azote de los famosos, quiero alzar la voz de España. De hecho, tengo una oferta de otra cadena de televisión, pero yo quiero estar en Mediaset».
Sobre su pasado recuerda que “mi padre ha sido médico de la corte y mi abuelo primer ministro de Jordania y gobernador de Jerusalén», y que «los Nízar fuimos invitados a la boda real, pero no fuimos».
De la casa de Guadalix insiste en que «Daniela estaba enamorada de mí, pero es una mujer muy insegura y de aspecto desagradable y empezó a acariciarme la espalda en una fiesta y la tuve que apartar».
Lo que más le molesta de lo que ha dicho la argentina es «que no vea que soy maravillosa y noble. Estamos en una sociedad en la que parece que vestir elegantemente, tener un buen coche, ser una persona resolutiva y ostentar puestos de poder desde los 14 años, molesta e implica algo más».
Además, Aída quiere dejar clara su condición heterosexual, «jamás mantendría una relación con una mujer. Adoro a los hombres y respeto a las mujeres homosexuales, que se sienten atraídas por mí, pero que respeten ellas mi condición. Provoco en ellas algo que las vuelve locas. ¡No lo puedo entender!».
M. A.