El refranero sabio ya lo reflejó, ' de tal palo, tal astilla', y a fe que ellos tres son un buen ejemplo. Los tres son periodistas, los tres críticos taurinos, los tres descienden de críticos o amantes de la tauromaquia, y hasta los tres vieron cómo sus padres morían tras una muerte no anunciada, dos de ellos en accidentes aéreos.
No son Machaquito, Pastor y El Algabeño, los tres rivales, junto a José Belmonte, que canta el pasodoble de Marcial Lalanda, ni tan siquiera son rivales, pero Chapu Apaolaza, Rubén Amón y Zabala de la Serna son la terna más taurina de la oferta que Movistar + ofrece del mundo de los toros a sus abonados en Toros TV. Ellos son los que, junto a otros, han tomado el testigo de Manolo Molés, el hombre que había puesto siempre la voz a los mismos desde el nacimiento de la extinta Canal +.
El periodista Francisco 'Chapu' Apaolaza, será su sustituto natural, como comentarista de las retransmisiones en directo, acompañado no ya por el fallecido Antonio Chenel 'Antoñete' sino por David Casas. Su director, Hugo Costa, lo presentó en público de la siguiente manera: «Viene del reporterismo, de diferentes conflictos y se va a reciclar como parte del equipo de narración y será un privilegio contar con él».
Hasta ahora, este donostiarra que cumplirá este año los 40, se ganaba la vida como «observador profesional y contador de historias», como lo definía Libros del K.O., la editorial de la obra con la que el pasado año cautivó a aficionados y a no aficionados con su '7 de Julio'. El reportero de Vocento, navarro de corazón, abre de par en par el alma del corredor a través de una radiografía de los encierros de San Fermín cuya adrenalina comenzó sentir desde los 15 años de la mano de su padre, el también periodista Paco Apaolaza.
Fue como un homenaje a su progenitor, crítico taurino del Diario Vasco, que murió a los 48 años de edad, como consecuencia de una grave enfermedad. Apaolaza había ejercido esa misma labor con anterioridad en El Correo Español y en el diario Ya, y en el momento de su muerte también daba clases de tauromaquia a través de sus crónicas para la agencia Colpisa y de un programa taurino en Radio Euskadi.
Como si se tratara de un viejo rockero, Paco Apaolaza, al que una grave enfermedad atormentaba desde hacía años, quiso estar hasta el último momento al pie del cañón, en este caso en los tendidos de las plazas, de manera que falleció mientras llevaba a cabo su labor de crítico en la Feria de Abril de Sevilla. El último pullazo de su enfermedad hizo que tuviera que ser ingresado de urgencia en el hospital sevillano Virgen del Rocío, desde donde se le trasladó a San Sebastián, donde ya no se recuperaría.
El segundo diestro
Sí sobrellevó bien el cambio de medio Vicente Zabala, que, para no firmar igual que su padre, ha hecho carrera como Zabala de la Serna. El actual jefe de la sección de Toros de El Mundo accedió a cambiar su ABC de toda la vida, tanto para él como para su padre, a finales de 2009, cuando recibió la llamada de Pedro J. Ramírez, empeñado en ficharle.
Y no lo hizo por dinero, pese a lograr una mejora en su remuneración mensual, porque incluso Ángel Expósito, por entonces director del diario monárquico por naturaleza, le puso un cheque en blanco delante para quedarse. Como él precisó, se trataba por encima de todo de «acabar con la eterna cantinela de la tribuna heredada. La piedra de los enemigos siempre envuelta en el mismo argumentario». Aquellas portadas: “Vicente Zabala, nuevo fichaje El Mundo”, «dinamitaban aquella losa».
Mayor que Chapu Apaolaza (cumplirá 47 años en este 2017), a este madrileño que nació el mismo día en que se cumplía el aniversario de la muerte de Juan Belmonte (8 de abril), lo que más le dolió de aquella marcha fue que le quitasen al premio taurino de ABC el nombre de su padre tras su salida. «No era justo para quien murió en 1995 con las botas puestas en una montaña de Cali», en el accidente del avión de American Airlines que se estrelló ayer en el Valle de Cauca (Colombia), con 159 pasajeros de los que sólo hubo media docena de supervivientes.
Fue precisamente en el mismo avión de vuelta en el que volaba con los restos mortales de su padre cuando Luis María Anson y Andrés Fagalde le ofrecieron, con el visto bueno de Guillermo Luca de Tena, la jefatura de la sección taurina de ABC, que él dijo que había aceptado «acojonado», pensando que siempre habría tiempo de volver con Antonio Herrero, a la COPE, en caso de naufragio titánico. Zabala de la Serna se curtió trabajando en el duro turno de madrugada de la radio, desde muy joven.
El apellido Zabala llevaba muchos años ligado al mundo de los toros, y tanto él como su hermana Verónica, quisieron que lo estuviera para siempre cuando en el San Isidro de 2015 donaron el archivo personal de su padre a la Biblioteca de Las Ventas para que lo digitalizasen y pudiera ser consultado por todos los aficionados.
El tercero
Madrileño como Vicente, y casi de la misma quinta (un año más joven), es Rubén Amón, escritor y periodista que trabaja en el diario El País y en diferentes medios radiofónicos y audiovisuales como Onda Cero, Antena 3 y La Sexta. Antes, fue corresponsal del diario El Mundo, tanto en Roma como en París, y ha publicado varios libros de temáticas tan diversas como una investigación sobre Los secretos del Prado (Temas de Hoy, 1997), la biografía de Plácido Domingo ('Un coloso en el teatro del mundo', editorial Planeta, 2012), un ensayo sobre el Atlético de Madrid ('Una pasión, una gran minoría', de La Esfera de los Libros, 2014) y un reciente bestiario en le editorial Léeme ('El tigre mordió a Cristo'). Es hijo del historiador y periodista Santiago Amón y ha colaborado con diferentes medios españoles -Cambio16, Jotdown, El Confidencial- y extranjeros (Libération, Corriere della sera, Reforma, de México).
En general, Rubén ha ‘vampirizado’ la profesión como crítico taurino, experto en ópera, enviado de guerra, vaticanista, cronista deportivo e incluso biógrafo extraoficial de Berlusconi, hasta encontrar acomodo definitivamente como tertuliano radiofónico y televisivo.
Lo que nunca ha querido ha sido dejar de ser ante todo periodista, y por eso rechazó una importante oferta sobre la mesa para incorporarse al equipo de cerebros de El Mundo que le hizo en su día Pedro J. Ramírez, que le ofreció ser directivo del diario al considerarle uno de los periodistas mejor preparados intelectualmente de la plantilla.
Su padre Santiago, como ocurrió con el de Zabala de la Serna, murió en un viaje aéreo, en un accidente de helicóptero el 30 de junio de 1988. En ese aparato que se estrelló en la Sierra de la Cabrera, a unos 70 kilómetros de Madrid, también iban la entonces Directora General de Tráfico, Rosa de Lima Manzano, y el diputado por Palencia Alberto Acitores.
Como su hijo, Santiago no sólo tocaba un único palo, ya que lo mismo escribía poemas que biografías (Giotto o Antonio Fernández Alba), monografías sobre pintores y escultores (Antonio López, Lucio Muñoz, Eduardo Chillida), y hasta una gran obra sobre Picasso.
Como crítico de arte colaboró en revistas españolas y extranjeras y fue miembro fundacional del diario El País en 1976. Eso no fue lo único que fundaría, ya que, junto al arquitecto Peridis, creó la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar de Campoo, y fue coautor de la bandera y el escudo de la Comunidad de Madrid. Y por encima de todo, un gran amante y defensor de la Lidia como su hijo.
M. A.