El 'todo vale' volvió a quedar patente en Sálvame, el programa donde cualquier cosa es posible por unas décimas de cuota de pantalla. En su afán por las mismas, el espacio, una vez más, volvió a buscarlas a costa de uno de los colaboradores del mismo, que se convirtió de nuevo en la 'víctima propiciatoria'.
En esta ocasión fue Mónica Hoyos la que tuvo que sufrir la humillación de todo el mundo, después de haberse anunciado al comienzo del progra que podía haber una epidemia en el plató y que un equipo de 'especialistas' iba a intentar acabar con ella, analizando las cabezas de todos los colaboradores… ¡En busca de piojos!.
Paz Padilla, la presentadora a la que muchos de sus compañeros se han querido cargar, anunció muy seria que hasta la redacción de Sálvame había llegado el chivatazo de que podía haber una «epidemia» en el plató y que, al parecer, un colaborador podría ser el foco de una infección. Uno de los 'especialistas' para acabar con la plaga afirmó que «hay un montón de parámetros que podremos analizar (…) el análisis es a nivel personal y familiar».
Los colaboradores, como suele ser habitual, hicieron el paripé de que no les gustaba mucho la idea pero el programa, con o sin su consentimiento, inició una cuenta atrás de dos horas para acabar con el foco de infección. A las seis de la tarde, David Valdeperas, director del programa, se colocó en el centro del plató y anunció que se trataba de una epidemia de piojos que, al parecer, había llevado al programa uno de los colaboradores.
La 'culpable' de todo parece que era una de las nuevas, Mónica Hoyos, la misma a la que un año antes Lydia Lozano acusó de acudir a uno de los debates de Gran Hermano VIP 4 con «el pelo sucio». Así las cosas, Paz Padilla le dijo a la aludida, «tú tranquila, los piojos van a las cabezas limpias y tú nunca la llevas», y a continuación los colaboradores la llamaron «guarra» y «cochina». Poco importaba ya que la experta anunciara que Mónica tenía liendres, vamos, que había tenido esos piojos pero que ya no eran contagiosos.
M. A.