A estas alturas Íker Jiménez ya debe estar estudiando los fenómenos paranormales que ocurren en la delegación de RNE en Castellón. ¿Serán fantasmas? ¿Serán espectros? ¿Quizás alienígenas que trabajan como humanos y que ni tan siquiera cobran por ello? Quizás sólo el presidente de la Corporación RTVE, José Antonio Sánchez, pueda descubrir algún día en privado el misterio de los trabajadores inexistentes con que cuenta RNE en su delegación en Castellón.
Él al menos es el que se ha metido en un problema con su respuesta en sede parlamentaria a una pregunta formulada por el Grupo Parlamentario Unidos Podemos del Congreso de los Diputados, a propósito de la penosa situación que sufre RNE en Castellón. Aunque desde finales de 2013 esa redacción, como mantienen los sindicatos, esta desierta, sin información, sin periodistas y sin producción, para él sigue produciendo casi a pleno rendimiento.
Y es que aunque, desde el famoso Pacto de Los Peñascales, entre los sindicatos de la Corporación y la Sepi, en cada delegación de la misma debería haber seis trabajadores para hacer la información local de la zona, en el centro de RTVE en Castellón solo tiene una informadora de TVE que se encarga exclusivamente de la televisión, sin que exista ningún redactor que se preocupe de ofrecer contenidos para la radio pública en esta provincia.
A pesar de ello, José Antonio Sánchez ha asegurado a sus señorías que en 2016 la Unidad Informativa de Castellón colaboró en las 868 horas producidas por RNE en la Comunidad Valenciana, cuando en realidad, según mantienen los sindicatos, ni un minuto se ha emitido desde Castellón en todo ese tiempo y todos sus informativos locales están suprimidos y asumidos por la cabecera en Valencia desde 2013 sin que nadie haya puesto soluciones.
Fiasco generalizado
La propia UGT, el sindicato mayoritario en RTVE, ya lo ha denunciado en varias ocasiones, porque desde hace tres años no hay informativo local en Castellón, donde lo único que se hace es un formato sui-géneris desde Valencia en el que se juntan informaciones de ambas provincias.
Ni siquiera ese centro de Valencia cuenta con la seis personas, como mínimo, con que debería contar, ya que en la actualidad sólo dispone de un informador de TVE, dos técnicos de radio y un cámara. Es decir, que también ahí faltarían al menos dos personas, por lo que, como explica a este periódico el secretario general de UGT en RTVE, MIguel Ángel Curieses, «hay un problema en la estructura territorial en su conjunto, porque nunca se cubren las bajas y eso conlleva que las personas que se quedan en las delegaciones estén saturadas de trabajo».
Curieses recuerda que ese problema de la falta de personal se da en general en toda la casa, ya que «en el Pacto de los Peñascales se estableció que la plantilla de RTVE tenía que ser de 6.450 trabajadores y en estos momentos, con la finalización de contratos por obra, apenas contamos con 6.150».
Para José Antonio Sánchez todo es culpa del maldito dinero, o, mejor dicho, de la escasez del mismo, “desde la dirección de RTVE se intenta cubrir todas las bajas que se producen, pero eso no es siempre posible debido a la limitación presupuestaria a la que está sometida la Corporación”.
Por el contrario, para los sindicatos toda la culpa es de la dirección del ente publico, que no se preocupa de cubrir nunca las bajas, y no sólo en centros territoriales sino incluso en el área técnico de Madrid, lo que ha conllevado, según UGT, a que esta semana estuviera a punto de no salir a antena uno de los telediarios y que el matinal no pudiera salir por no haberse cubierto las plazas.
Miguel Ángel Curieses destaca también que las galas navideñas que prepara la casa para las próximas fiestas se vayan a realizar con montadores de fuera, lo que para él representa «uno más de los desprecios del Gobierno de España hacia la plantilla de RTVE». Para él y sus compañeros de sindicato «la desvergüenza y la inoperancia de este presidente y de todo su equipo directivo está llevando a la ruina a nuestra RTV pública, mermando y despreciando la estructura territorial de RTVE, dilapidando sin contemplaciones los recursos públicos para desviarlos a periodistas y productoras amigas, y arruinando la credibilidad de la radio y la televisión de todas y todos».
M. A.