El Barcelona aplasta a un ingenuo Leganés
Butarque sigue inmerso en un sueño. Ni un solo asiento libre para presenciar el duelo de mayor altura que jamás había vivido su club. Lejos de acomplejarse, el Leganés se presentó valiente, con una presión asfixiante que consiguió anular la salida de balón del Barcelona. El ritmo en los diez primeros minutos, frenético, dejó un partido atractivo, con llegadas por ambas partes. Los de Garitano, con mucho protagonismo de Gabriel en la mediapunta, creó peligro a través de Machís y Lluis Sastre.
El conjunto de Luis Enrique, a excepción de una llegada de Neymar por banda izquierda, no había creado excesivo peligro. Sin embargo, el riesgo del Leganés era muy alto. Quizás excesivo. Y lo pagó. Rafinha, titular este sábado en el lateral diestro, metió un buen balón largo a Suárez para arrancar la contra. El uruguayo prosiguió por la zona derecha, y cuando todos esperaban el pase al segundo palo para Neymar, incluido Serante, el esférico fue para Messi, que sólo tuvo que empujar el balón a la red para hacer el primer tanto.
El guion, pese al tanto, no cambió un ápice. El Leganés, al contrario de lo que hizo frente al Atlético de Madrid, abogó por mandar en el campo. Su dominio se acrecentó, a merced también de un Barcelona que era consciente de la posibilidad de sentenciar el duelo a la contra. Koné, en la diestra, recibía con soltura y generaba peligro. No obstante, como en un calco de los primeros quince minutos, el conjunto azulgrana aprovechó el mínimo resquicio para ampliar las diferencias en el minuto 30.
En esta ocasión no hizo falta crear una buena contra. Un error en la transición permitió a Messi robar el balón en la frontal. El argentino se deshizo de dos rivales y regaló el tanto a Suárez. Instantes después pudo llegar la respuesta del Leganés por medio de Machís. Pero primero Ter Stegen, y después Umtiti, desbarataron su oportunidad. Cuando se iba a llegar al descanso, llegó el tercero. Suárez ganó la espalda a una tenue defensa, y en vez de definir él, invitó a Neymar a la fiesta, que colocó el tercero antes del pitido del colegiado.
Los problemas del Leganés aumentaron en el segundo envite. Salió con la misma idea y rozó el tanto por medio de Koné, pero el cansancio hizo mella y el Barcelona al fin asumió el mando del partido. Tocó más cerca del área rival, y consiguió un penalti después de que Bustinza derribara a Neymar. La responsabilidad la asumió Messi, que sin apenas carrerilla colocó el balón en la escuadro. Y olvidó los males del pasado desde los once metros.
Luis Enrique aprovechó que el partido estaba más que sentenciado para introducir algunos cambios, consciente del agitado calendario en el arranque de Liga. Alcácer y Arda Turan entraron en detrimento de Suárez y Rakitic. El Barcelona persistió en el asedio, y Messi rozó el quinto, que llegaría poco después. Rafinha, que había desbancado a Sergi Roberto y Vidal en el lateral diestro, anotó con un bello disparo desde la frontal que entró por la escuadra, inalcanzable para Serantes. El técnico blaugrana mantuvo su idea y retiró a Iniesta para dar entrada a Denis Suárez. Garitano también movía el banquillo.
El ritmo decayó en los últimos minutos y apenas se vislumbraron oportunidades certeras. Alcácer pudo estrenarse como goleador azulgrana, pero llegó tarde al envío de Jordi Alba. El Leganés, ya sin fuerzas para atravesar el medio campo con el balón controlado, halló el gol que tanto ansiaba. Gabriel, uno de los hombres que más calidad atesora en el conjunto de Garitano, ajustó al palo izquierdo de Ter Stegen un lanzamiento de falta.
Butarque lo festejó como si de una victoria se tratase, pero la realidad es que no sacó nada positivo tras el final del duelo. Su osadía, quizás, la que tuvieron para tutear al Barcelona con el balón. Más listos fueron los de Luis Enrique, que aguardaron su oportunidad y exhibieron su pegada para retomar la senda de la victoria después de la inesperada derrota frente al Alavés el pasado fin de semana.
Alberto Puente