La batalla contra el cambio climático se disputará en los océanos

En junio de 2017 la ONU organizó la primera Conferencia de los Océanos. Aquella fue una de esas cumbres que dejan un marcado sabor agridulce: por un lado, fue tremendamente positivo que las naciones de –casi– todo el mundo se diesen cuenta del grave problema medioambiental que enfrentan ya los océanos; por otro, que la conferencia se celebrara hace tan solo dos años nos demuestra que hasta ahora la comunidad internacional no ha sido consciente de un hecho irrefutable: si los océanos del planeta se mueren, pronto les seguiremos nosotros.

El estado de nuestros mares y océanos no es bueno y es algo que cualquiera de nosotros puede comprobar en un día de playa: malos olores en la orilla, plásticos y basuras que se desplazan al ritmo de las olas e incluso plagas de medusas cada vez más grandes y persistentes. Todo son señales de que algo va terriblemente mal en el 70% de la superficie del planeta, la misma que ocupan los océanos. Vamos a comprobar hasta qué punto la actividad humana afecta al mayor ecosistema que tenemos.

La máquina de la vida

Las teorías más consolidadas sitúan el origen de la vida en los océanos, en esa especie de «sopa primitiva» que les precedió. De eso hace unos 4000 millones de años según los últimos cálculos; desde entonces, todos los ecosistemas de la Tierra han estado íntimamente ligados a los océanos.

E incluso las especies invasoras son susceptibles de aprovecharse del cambio climático; no es casual que en los últimos años las costas españolas hayan sufrido plagas de medusas cada vez más intensas y molestas. Ante la falta de depredadores naturales, estas especies se reproducen sin control y terminan invadiendo grandes zonas costeras.

¿Cómo lo solucionamos?

No hay una solución fácil a la contaminación de los océanos. Son muchos los países, organismos y sectores productivos que se deben poner de acuerdo, y ni siquiera proyectos tan inspiradores como The Ocean CleanUp pueden marcar la diferencia en esta batalla.

Así que toca organizarse y empezar a atajar, uno por uno, los males que aquejan a nuestros océanos, empezando por el tipo de energía que producimos y terminando por el control de lo que llega a los océanos. En eso consiste el Tratado Global de los Océanos, un «compromiso» de la ONU para redactar el plan que salvará a nuestros océanos a partir de 2020.

Fuente: El Blog de Caixabank

Redacción