Alessandro Petacchi (Lampre) se confirmó como el esprinter más en forma del pelotón al ganar con poderío la cuarta etapa disputada entre Cambrai y Reims, de 153,5 kilómetros, su segundo triunfo de esta edición, en una jornada de transición que no alteró la general y mantuvo al suizo Fabian Cancellara (Saxo Bank) en el liderato.
El ciclista de La Spezia, de 36 años, ganó en Bruselas la primera etapa merced a una caída masiva que afectó a gran parte de sus rivales. En la capital del champán brindó por su triunfo con una clara demostración en la recta de llegada, en la que ganó la partida al neozelandés Julian Dean (Garmin) y al noruego Edvald Boasson Hagen (Sky), en un esprint en el que Mark Cavendish cedió pronto y los españoles José Joaquín Rojas y Oscar Freire fueron séptimo y décimo respectivamente.
Petacchi, que no ganaba en el Tour desde 2003, vive una segunda juventud con el maillot de Lampre. Su palmarés no ofrece dudas. Ha ganado 46 etapas en las tres pruebas grandes: 6 en el Tour, 21 en el Giro y 19 en la Vuelta, récord de corredores en activo.
Un nuevo chupinazo del italiano en una etapa de transición que no movió la general. Cancellara pasó un día tranquilo y se enfundó de nuevo el maillot de líder. Es posible que lo conserve hasta los Alpes, que llegarán el próximo sábado. La segunda plaza es del británico Geraint Thomas (Sky) y la tercera del campeón mundial Cadel Evans (BMC), a 23 y 39 segundos respectivamente. Andy Schleck es quinto a 1.01 minutos y Alberto Contador noveno a 1.40.
Tres días de tensión, innumerables caídas, kilómetros de vendas y litros de mercromina dieron paso a una jornada de tregua para los magullados cuerpos de los corredores. Del pavés al asfalto, al medio natural, un día para restañar heridas bajo el fuerte sol de la Champaña francesa, entre los mares de viñedos que propician el mundialmente famoso vino espumoso, con el que normalmente brindan los campeones.
Cinco corredores trataron de probar tan magnífico liquido iniciando una fuga apenas se alejó el pelotón de Cambrai. Dos españoles en el proyecto, Iñaki Isasi (Euskaltel-Euskadi) e Iban Mayoz (Footon-Servetto-Fuji), junto a los franceses Champion (AG2R) y Vogondy (Bouygues) y el belga De Greef (Omega).
El quinteto se aplicó a la hora de pagar rondas en los relevos, todos generosos en cada trago de esfuerzo, pero la borrachera de gloria era imposible, los equipos de los esprinters tenían claro que debían propiciar una llegada masiva, en condiciones, en la que los hombres bala por fin pudieran medir sus fuerzas. En la anterior oportunidad, en Bruselas, hubo caída y Petacchi ganó por eliminación de los principales rivales, entre ellos Cavendish y Freire.
Los hombres de Armstrong pasaron un buen rato a la cabeza de carrera, impulsados por un Columbia y un Lampre, con absoluta calma, la misma actitud de los principales favoritos, mezclados en la marabunta. El viento era incapaz de mover una sola aspa de los miles de molinos sembrados en esta región. Así que sin peligro para la alta jerarquía del Tour.
Llegó el momento de alterar el guión. Los valientes, ya maduros, fueron neutralizados a 4,5 kilómetros de Reims, con las torres de su monumental catedral gótica a la vista, donde se coronaron 33 reyes franceses. El Cervélo pidió su sitio en la gestión del pelotón, ya gobernado por el Columbia, que terminó de estirar el grupo a 2.000 metros de la línea de llegada.
De nada le sirvió la maniobra al conjunto americano. Los depredadores se pusieron a rueda de Cavendish, lejos de su mejor momento, en su «annus horribilis». El australiano Mark Renshaw le dejó colocado enfrente de la victoria, pero levantó el pie con antelación. Apareció entonces Ale Jet, implacable para ganar un par de metros sobre sus rivales, que resultaron suficientes para el rey del esprint en este Tour, que brindó con champán por su séptima victoria del curso. Veteranía, divino tesoro.