El francés Sylvain Chavanel, del Quick Step, se reencontró con el maillot amarillo y con otro triunfo de etapa tras firmar una exhibición en solitario en la primera jornada alpina disputada entre Tournus y la Estación des Rousses, de 165 kilómetros, en la que los favoritos no entraron en la batalla y mantuvieron sus diferencias en la general.
Chavanel brilló en el ascenso a la inédita cima de la Estación des Rousses con un ataque incontestable que le permitió llegar a meta en solitario, a pesar de la enorme persecución del español Rafa Valls (Footon Servetto), que llegó segundo a 57 segundos del ciclista galo, quien ya ganó en Spa. La tercera plaza para otro español, Juanma Gárate (Rabobank), a 1.27.
Los favoritos, sin el menor ataque entre ellos, pasaron página a 1.47 minutos. Pacto de no agresión. Ninguno de ellos lo intentó, siquiera el australiano Cadel Evans, cuyo recorrido le venía de maravilla, en una jornada con seis puertos, tres de ellos de segunda. Los jerarcas aplazaron el pulso para la etapa reina de los Alpes el domingo en Avoriaz. El suizo Fabian Cancelara se diluyó como un azucarillo y se despidió de la prenda dorada tras dejarse en meta más de 13 minutos.
Sin embargo, el aspecto combativo que les faltó a unos, le sobró a Chavanel, que regresó al podio a vestirse de amarillo. Encabeza la general con 1.25 sobre Evans (BM) y 1.32 respecto al canadiense Ryder Hesjedal (Garmin), segundo y tercero. Andy Schleck, Alexandre Vinokurov y Alberto Contador ocupan por este orden las siguientes plazas en un margen de medio minuto.
El calor, al parecer, hizo mella. «Ha sido un día muy duro, he bebido al menos 10 litros. Creo que ha sido una etapa de desgaste y todos estábamos buscando sensaciones para mañana», explicó Contador.
La montaña, territorio Contador
El Tour entró en los Alpes, macizo donde las montañas hablan de historia y ofrecen terreno para ver las cartas de los mejores, de los aspirantes al podio. El primer capitulo alpino era muy liviano, tanto que se puede hablar, para ser más exactos de una etapa de media montaña. Territorio Contador, dicen, aunque el madrileño no quiere oír historias que tengan que ver con la responsabilidad. Ni suya ni de su equipo. Ya llegarán los Pirineos en la última y definitiva semana para hablar alto y claro.
Tres puertos pequeños para empezar, o sea, tachuelas, donde un quinteto de escapados lucieron sus respectivos maillots un buen rato. Ahí se metió el navarro Rubén Pérez, como el día anterior, como casi siempre, a ver si pescaba algo valioso. A su lado dos franceses: Jerome Pineau (Quick Step) y Samuel Dumoulin (Cofidis) y dos alemanes Christian Knees (Milram), y Danilo Hondo (Lampre). Aventuras con kilometraje de caducidad, aunque tuvieron una ventaja superior a los 8 minutos.
Y otros tres puertos hasta la inédita meta de la Estación des Rousses, estos más serios, de segunda, anónimos, y concentrados en los últimos 60 kilómetros. Rubén Pèrez se descolgó en el ascenso al Col de la Croix de la Serra (km 134), como Knees, por lo que se quedaron en cabeza Pineau, líder de la montaña y Danilo Hondo.
Antes de cruzar el alto el Radioshack de Armstrong abrió la danza, lo que obligó a Contador a presentarse en primera línea de cabeza, a controlar movimientos. Un fuego de artificio. El definitivo ascenso al Col de Lamoura (14 kms al 5 %) cambió el panorama. Se hundió Pineau, le rebasó el incansable Chavanel y el ciclista del Quick Step emprendió el camino imparable hacia una nueva hazaña. Ídolo de la afición francesa, salvó un match ball en la vida en la pasada Lieja Bastoña Lieja, cuando se fracturó el cráneo tras estamparse contra un coche. Se recuperó en tiempo récord.
No se podía perder una sorpresa del destino. A sus 31 años ya puede contar tres etapas en el Tour de Francia. El único que jugó sus bazas en el momento oportuno, con fe e inteligencia. No se tomó el día de trámite. Por eso le llegó el premio en forma de maillot amarillo.