El palista gallego David Cal deja el deporte convertido en uno de los deportistas españoles más reputados y laureados, avalado principalmente por cinco medallas olímpicas (1 oro y 4 platas), que le aseguran un lugar en el Olimpo nacional junto a los Rafa Nadal, Pau Gasol, Joan Llaneras o Mireia Belmonte.
Con el sinsabor de no poder ampliar más este currículum en los Juegos de Río de Janeiro, que se celebrarán en el país al que se había marchado a preparar la cita, un oro y cuatro platas olímpicas aderezan el palmarés de este introvertido y, hasta ahora, incansable, deportista de Cangas do Morrazo.
Cal deja la piragüa pronto, a los 32 años, pero lo hace sabedor de que logró el objetivo de convertirse en 'leyenda' aquel 8 de agosto de 2012 en el canal de Eton Dorney, donde una remontada le hizo ganar una medalla de plata que por momentos parecía imposible para superar al 'pistard' Joan Llaneras y a la tenista Arancha Sánchez Vicario, con los que estaba igualado a cuatro medallas en unos Juegos.
Ocho años antes, ya fue el gran protagonista de la delegación española presente en Atenas. El gallego se colgaba dos metales, el oro en C-1 1000 metros, su distancia fetiche, y la plata en C-1 500, poniendo fin a la sequía de 20 años del piragüismo en unos Juegos, logro que no podría repetir en Pekín cuatro años después, aunque sumó dos platas más para entrar en la historia olímpica nacional.
No estaba motivado
Pero eso le sirvió para encontrar la motivación, la que parece que ahora le ha abandonado, para seguir ocupando más de 1.000 horas al año en entrenarse en Cervo, Lugo, en un deporte que descubrió a los ocho años, «en verano que es buena época», confesaba, y cuando simplemente buscaba divertirse.
«Luego empiezas a competir, a tener resultados, cada vez entrenas más y hasta hoy», señalaba con una sonrisa Cal, que descartó el kayak por la canoa, en 2010, dos años antes de afrontar en Londres un reto máximo de doblar en dos distancias opuestas como eran los 200, sustituta de los 500 que desaparecían del programa olímpica, y los 1.000. Al final, sólo sacó el billete para la de resistencia, pero tampoco falló.
A partir de ahí se le abría la vía de engordar su leyenda en Río de Janeiro, y precisamente se tuvo que marchar a Brasil para realizar su preparación ante la falta de ayudas que tenía en España. Se marchó con su inseparable 'Suso' Morlán, el que le descubrió cuando tenía 14 años, pero a un año de la cita, Cal no encontró la fórmula de antaño. «Si no tienes motivaciones, no puedes rendir bien. Si tienes motivación y tienes ganas, lo puedes conseguir. Es una motivación extra», advertía antes de Londres.
Minutos después de colgarse su quinta medalla olímpica en la capital británica, Cal ya veía muy lejos repetir podio en los siguientes Juegos. «¿Río? No sé, queda a 10.000 kilómetros de aquí. Cuatro años es mucho tiempo», apuntó el gallego. Hacia Londres navegó hacia la leyenda del deporte español, este miércoles su piragüa dejás tras de sí una estela forjada con un palmarés de éxito.