La vida le sonríe a Novak Djokovic. Ha ganado el torneo de Grand Slam y los dos Masters 1.000 que se han diputado en 2015. Ha establecido un récord absoluto al convertirse en el único tenista que ha ganado tres veces en Indian Wells y en Miami. Está más que consolidado en el número uno. Y en el aspecto personal no le puede ir mejor, ya que está felizmente casado y presume de hijo en las redes sociales.
Sin embargo, esta situación idílica no existía en 2013. Djokovic había pasado muchos años en el número tres de la clasificación ATP y, aunque había conseguido situarse en lo más alto en dos periodos alternos, tenía la sensación de que cuando Nadal y Federer estaban a tope él no competía a su altura.
Por eso, decidió que era el momento de dar un giro en su carrera. Marian Vajda, su entrenador de siempre, era inamovible, pero necesitaba a alguien que le aportara más en el apartado psicológico, que pasase a tener mucho mando dentro de su equipo. Entonces, se decantó por Boris Becker , para que le acompañara a muchos torneos como técnico jefe y que de paso Vajda pudiese pasar más tiempo con su familia. El entrenador eslovaco no tenía la experiencia como tenista en momentos delicados que sí poseía el nuevo fichaje.
Corría el año 2013 cuando Djokovic perdió en China el número uno en favor de Rafa Nadal (ganó ese partido, pero todavía le escocia la caída en el US Open) . El manacorense había regresado como un tiro de una lesión y se había comido al serbio en poco tiempo por lo que la derrota afectó especialmente a Nole. Decidió hablar con el extenista alemán campeón de seis grandes y conectaron desde el primer momento. Pero en el comienzo de su relación no unieron sus caminos y el de Belgrado no terminó nada mal la temporada con chalas frecuentes con Becker. En diciembre de ese año anunciaron su nuevo compromiso y a partir de ahí el rendimiento del actual número fue como un tiro. Desde entonces, el 4-1 en los enfrentamientos directos con Nadal lo dice todo. Aunque curiosamente todavía tiene clavada la espinita de Roland Garros, la única de las grandes que tampoco fue capaz de sacarse Boris Becker.
Becker, el mejor psicólogo
Sin embargo, tras la final de Miami, Djokovic se mostró muy satisfecho con su trabajo mental. “Estoy muy orgulloso de haber creído en mí durante el final y de cómo controlé los nervios. Los dos primeros sets fueron una batalla, no hubo un gran nivel de tenis para ver pero esperábamos esto”, aseguró en la rueda de prensa posterior.
Asimismo, valoró muy positivamente su nueva efeméride y no ocultó su gusto por las estadísticas. “Es un logro increíble. Estoy contento de haber conseguido otro récord, por supuesto que estoy pendiente de ellos. Este tipo de logros quedan en los libros, estoy orgulloso y lo aprecio mucho porque trabajo duro para esto. Esto me sirve para motivarme más todavía”, declaró el tenista más en forma del circuito.
Además, no tuvo ningún reparo en reconocer el mérito que ha tenido el tenista que admiraba de niño en su salto de calidad. “Becker ha contribuido a mi mejora mental en los grandes partidos. Hablamos un montón de la manera que tengo que controlar las emociones en la pista y cómo tengo que manejar los pensamientos y enfocarlos para pelear y batallar para ganar estos títulos. Estoy seguro que él tiene gran culpa en mis éxitos”, afirmó.