Hasta 28 victorias consecutivas, incluyendo una vuelta perfecta en ACB donde todavía no han perdido, les valió para aparecer en el New York Times. Ni el actual campeón de Europa el Real Madrid, ni campeón del primer título del año, el Barcelona, han podido ganar a un equipo con unas señas de identidad muy reconocibles. Defensa, velocidad en la transición y fluidez en el juego estático, todas ellas firmadas por uno de los estrategas más reconocidos del baloncesto español, Pedro Martínez.
Sus comienzos fueron en el Colegio Alpe de Barcelona, pero sus primeros cabreos, sus primeras voces, sus primeras instrucciones las vieron de cerca en Badalona. Casi siete años en el Sant Josep en los que el catalán entrenó a las categorías inferiores y al primer equipo en la extinta Segunda División Autonómica.
El buen hacer del catalán le abrió las puertas del Joventut. La historia se repetía y Martínez aceptó gustosamente. El mismo bucle del Sant Josep pero bordado con oro. Su paso por las categorías inferiores se saldó con tres campeonatos de España junior en 1987, 1988 y 1989 y lo más importante, fue parte imprescindible del pulido de joyas como Juanan Morales, Tomás Jofresa, Carles Ruf, Jordi Pablo o Dani Pérez.
En la 89/90 aceptó el reto de ser entrenador ayudante de Herb Brown en el primer equipo, pero la historia le tenía guardada una grata sorpresa. El buen trabajo de Martínez y el conocimiento profundo de la plantilla, un gran número de ellos habían sido campeones de España con él, le valió para sustituir al norteamericano el 6 de marzo. El 28 del mismo mes el Joventut se alzaba con la Copa Korac. Martínez hizo historia con un equipo de canteranos: Jordi Villacampa, José Moreno, Rafa Jofresa, Tomás Jofresa, Carles Rud, Dani Pérez o Juanan Morales entre otros. Frente a un equipo consolidado en Europa como era el Scavolini Pesaro, al que dirigía otra estrella en ciernes de los banquillos, Sergio Scariolo.
El final de temporada puso también fin a su contrato con el Joventut y pusó rumbo al TDK Manresa. El catalán cambió por completo la dinámica de los del Bages: a su llegada el equipo acababa de salvar la categoría gracias a un sobrenatural George Gervin, sí el mismo que está en la lista de los mejores de la historia de la NBA. Cuatro años después colocó al equipo manresano en tercera posición tras Real Madrid y Barcelona. En esa campaña fue elegido por primera vez como ‘Mejor entrenador del año en la ACB’.
Trotamundos hasta Gran Canaria
Tras su brillante paso por Manresa, Martínez se convirtió en un trotamundos del baloncesto, con más o menos éxitos: en Salamanca, Granada, Ourense o Estudiantes no tuvo fortuna. Mientras que en Menorca logró clasificar al equipo a las semifinales en la lucha por el ascenso con un equipo menor.
En Tenerife, ganó la Copa Príncipe en la 2001/02 y en 2005 levantó la Supercopa con el Tau Cerámica. Lideró el proyecto faraónico del Akasvayu Girona, que término en desgracia económica, hasta la final de la copa ULEB y realizó un papel más que honroso en el Cajasol en 2008.
De todos los sitios donde entrenó en ninguno tuvo tanta simbiosis con el equipo y la afición como en Gran Canaria. En dos etapas distintas, Martínez imprimió sus señas de identidad y llevó a los canarios a los mejores años de su historia. Con el catalán, los canarios se transformaron en un equipo muy intenso y vertical. Basado en una fuerte defensa y una superioridad en el rebote que permitía al equipo amarillo anotar en rápidas transiciones.
La primera echó a rodar en la temporada 2002/03, cuando era Auna Gran Canaria. La clasificación para la Copa del Rey de 2003 y los playoff en esa misma temporada y en la siguiente, cumplieron los objetivos del club. Aunque la mejor versión del binomio Martínez-Gran Canaria llegó en la segunda etapa, que dio comienzo en la 2009/10 y acabó abruptamente en 2014. Fueron cinco temporadas con cuatro clasificaciones para playoff, alcanzando en la 2012/13 las semifinales de la ACB, todo ello con un equipo que año tras año perdía jugadores de la talla de Jaycee Carroll o Ryan Toolson.
El sello Martínez en Valencia
El conjunto ‘taronja’ ha asumido la agresividad defensiva que imprime a sus equipos Martínez. El equipo funciona como un reloj en las ayudas, con una fuerte presión en la línea de pase y contundencia a la hora de cerrar el rebote. Eso le ha permitido acabar la primera vuelta como la segunda mejor defensa.
Si en defensa el equipo se asemeja a otros anteriores de Martínez, en ataque los valencianos están varios escalones por encima. La verticalidad siempre es la primera opción del equipo, ayudada por la presión defensiva y la solidez en el rebote.
Martínez siempre ha defendido que “crear espacios” es uno de los conceptos fundamentales del juego. En el juego estático el equipo sobresale por su fluidez, sin jugadores que amasen balón y con cinco jugadores siempre en pista que pueden anotar desde cualquier posición. Gran culpa de ello, también la tiene Chechu Mulero que ha confeccionado una plantilla amplia y de mucha calidad que tiene hasta siete jugadores en dobles dígitos de valoración. Todo ello se traduce en que los valencianos son el equipo que mejor anota de tres, el que menos balones pierde y el segundo que más asistencias reparte.