La situación en el circuito no ha cambiado un ápice. Novak Djokovic mantiene su hegemonía al frente del ranking y sigue sin hallar un rival a su altura. En este 2016, el serbio ha refrendado su momento dulce: veintiséis triunfos en veintisiete encuentros. Y su única derrota, en Dubai, se produjo por una retirada obligada a causa de una infección ocular. Sus rivales en la última década, Andy Murray, Roger Federer y Rafael Nadal, no consiguen destronarle. La única alternativa a Djokovic se encuentra entre las generaciones posteriores. Ahí emerge la figura de Nick Kyrgios, que ha evidenciado en los últimos cursos que tiene nivel de sobra para asaltar el cetro mundial.
El australiano se mostró al mundo hace dos campañas, cuando con tan sólo diecinueve años inclinó a Nadal en Wimbledon y accedió a los cuartos de final. También en Australia (2015) alcanzó la antepenúltima ronda, para evidenciar que no se acompleja en los grandes escenarios. En Madrid aplastó a Federer y ahora busca hacer lo propio con Djokovic. Nunca se han cruzado, pero podrían hacerlo en la final del Masters 1000 de Miami de este domingo, si ambos tumban a sus respectivos rivales.
La figura de Kyrgios despierta simpatía y odio a partes iguales. El australiano, de padre griego y madre descendiente de malasios, resulta de lo más curioso. Su inquietud en la pista asombra, pero cuando toma la raqueta nadie discute su nivel. Nick posee un servicio temible y al resto es agresivo como el que más. Sus golpes, tanto de derecha como de revés, los realiza con aparente facilidad. Y no es reacio a los intercambios. De la nueva hornada de tenistas (Thiem, Coric, Zverev) es el que más capacidad tiene para doblegar a los grandes tenistas.
Hasta Boris Becker, entrenador de Djokovic, advirtió del peligro de Kyrgios: “Él es una de las grandes amenazas que tenemos en nuestra lucha por seguir arriba del todo”. Y el alemán, en más de una ocasión, ha reconocido que el australiano “es el futuro número uno”. Pese a todo, deambula en el Top 20 de la clasificación. Y es que Kyrgios tiene un problema que aún no ha resulto: su cabeza. El australiano ha suscitado mucha controversia con diferentes declaraciones que han propiciado las críticas tanto de aficionados como de compañeros de profesión.
“Kokkinakis se ha acostado con tu mujer”, le dijo Kyrgios a Wawrinka en mitad de un encuentro. No ha sido su única acción desafortunada. Hace dos días, tras recibir un warning, le dijo lo siguiente al juez de silla: “Si esto lo hace Nadal no habrías hecho nada”. A estas declaraciones hay que sumar su actitud en la pista, donde en más de una ocasión ha dado por perdido el partido de forma clamorosa. Sin embargo, a lo largo de este 2016 ha mantenido una mayor constancia en sus partidos. El australiano ha empezado a rendir en los Masters 1000 y no se espera que tarde demasiado en ascender en el ranking.
En Febrero, Kyrgios conquistó su primer ATP (Marsella). Después alcanzó las semifinales en Dubai y ahora ha hecho lo propio en Miami. Sólo Nishikori se interpone en su camino. Si derrota al nipón, el australiano podría verse las caras con Djokovic por primera vez. Y ahí tendrá la oportunidad de demostrar si está capacitado para destronar al serbio.