lunes, septiembre 23, 2024
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Djokovic aspira a conquistar el Golden Slam y apunta a Rafa Nadal

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La maldición de Novak Djokovic en París ha llegado a su fin. El serbio, que había disputado sin premio tres finales en los últimos cuatro años, ha conquistado al fin Roland Garros. El número uno, que batió a Andy Murray (3-6, 6-1, 6-2 y 6-4), se une a Roger Federer y Rafael Nadal como únicos jugadores en haber alzado los cuatro grand slam. Ahora, dos retos se presentan en el trayecto del tenista de Belgrado: completar el grand slam (levantar los cuatro grandes en una misma temporada); o, por qué no, el golden slam (medalla de oro incluida).

Djokovic ya acumula doce ‘majors’: seis en Melbourne (2008, 2011, 2012, 2013, 2015 y 2016), tres en Wimbledon (2011, 2014 y 2015), US Open (2011 y 2015) y uno en Roland Garros (2016). El serbio se desmarca de Bjorn Borg y se coloca a sólo dos trofeos del registro de Nadal y Pete Sampras. Si mantiene su hegemonía en el circuito, nadie discute que Nole pueda alcanzar esa segunda marca. Después, sólo le quedaría por delante Federer (17), al que también podría suceder si exhibe la misma superioridad que frente al británico.

La mejor versión de Murray

Las miradas no estaban centradas en su figura, pero se encargó de adquirir el protagonismo que merecía. Murray, más valiente de lo normal, inquietó a un errático Djokovic, que se mostró desencajado a lo largo del primer parcial. Sí, el serbio arrancó con un ‘break’ en blanco, pero la respuesta del escocés fue inmediata. El número dos del mundo olvidó su faceta conservadora y apostó por una mayor agresividad. Siempre que Nole servía con segundo saque, adelantaba su posición dos o tres pasos por delante de la línea de fondo. Así, no solo deshizo su desventaja, sino que abrió brecha (1-4).

Djokovic presentaba un problema: el saque. Era flojo, muy flojo. Tanto que apenas pudo tomar la iniciativa en la primera manga. No abandonó el pulso, e incluso tuvo opciones, pero sus trece errores no forzados fueron excesivos. Sobre todo, con la solidez de Andy al otro lado de la red. El británico, a punto físicamente, certificó contra pronóstico la primera manga de la final (3-6).

Djokovic emerge

Apenas treinta minutos necesitó el tenista de Belgrado para revertir la situación. Con aparente facilidad, desarboló a un rival que no se asemejó en nada al del primer envite. Novak incrementó su potencia al servicio y halló la fórmula para sacar a Murray de su zona de confort. El serbio dominó con su ‘drive’ y abrió ángulos que desarmaron el juego de Andy en el fondo de las pistas. La dejada fue el otro recurso al que recurrió Djokovic, y que desquició a Murray continuamente. Sin tiempo para asimilarlo, el serbio cerró de forma contundente el acto (6-1).

La inercia se prolongó a la tercera manga, donde no se vislumbró un ápice de agresividad en Murray. El escocés retrasó su posición en la pista y fue sometido a las directrices de Djokovic, que olvidó con rapidez su tímida primera manga. El serbio, sobrado, tomó una amplia ventaja (4-1). El número dos del mundo dispuso de hasta cuatro opciones para reducir la distancia, pero no brilló en los momentos determinantes, y acabó con la raqueta por el suelo. Las cosas, con otro set de desventaja (6-2), se le complicaban en exceso.

La cuarta manga comenzó bajo un guión similar. Djokovic logró un ‘break’ en blanco que dejó el duelo sentenciado. Murray, por momentos, pareció despertar, pero eran sus últimos coletazos antes de ceder nuevamente una final. Tal era la superioridad del serbio, que con 5-2, se sentó con una amplia sonrisa. Después, a su regreso a la pista, se encontró un Andy distinto, que con todo perdido arriesgó con mucho acierto y prolongó el duelo (4-5). Djokovic volvió a servir, y de nuevo se encogió. Pero al fin, tras la agonía, llegó el error del escocés y su primer Roland Garros. 

Alberto Puente

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