viernes, septiembre 20, 2024
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Garbiñe vuelve a atravesar el ‘síndrome post éxito’

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Tras la conquista de Roland Garros, Garbiñe Muguruza sólo ha sumado un triunfo en los dos últimos torneos. La gira de césped ha concluido de la forma más inesperada, con una derrota tempranera en Wimbledon frente a Cepelova, 124 del mundo. La española ya atravesó un bache tras alcanzar la final en Londres el pasado curso, y tras cuajar un gran final de 2015. Lidiar con la presión, asumir el cambio de rol, es una problemática en el deportista, que se acentúa en figuras precoces, como la número dos del mundo, que a sus veintidós años ha emergido con fuerza.

La dificultad de asimilar el éxito 

Ganar, más allá de ser una satisfacción, plantea un problema mayúsculo al deportista. Sobre todo, cuando el que emerge atesora precocidad. En el tenis, ese obstáculo se incrementa debido a la soledad del protagonista en la pista. Se trata de la dificultad de convivir con la presión, de asimilar un cambio de rol, de ‘estatus’ tras un gran triunfo. Garbiñe, a sus veintidós años, ha lidiado en más de una ocasión con este proceso. Y ha sido consciente en todo momento de lo que podía pasar. “Ahora no soy la Garbiñe que puede ganar, soy la Garbiñe que debe ganar”, entonó antes de arrancar la temporada.

Muguruza experimentó esa sensación tras alcanzar la final de Wimbledon el pasado curso. No entraba en las quinielas, pero se abrió paso entre las mejores del circuito, hasta inquietar a Serena en la última ronda. Salió de Londres como ‘Top Ten’ y con su nombre expandido por todos los países. A partir de ahí atravesó una etapa complicada. Tan sólo sumó dos triunfos en cuatro torneos: Toronto, Cincinnati, US Open y Tokio. Un periplo que la llevó a abandonar a su actual técnico, Alejo Mancisidor, y apostar por Sam Sumyk.

Dos meses necesitó para recuperar su tenis. Después cuajó un gran final de curso y esta temporada, otra vez, arrancó de forma irregular. Después llegó Roland Garros, donde se vengó de la menor de las hermanas Williams y alzó su primer grand slam. Quizás el comienzo de una meteórica carrera. A Muguruza la tildaron como la sucesora de Serena tras aquella final y ascendió al segundo escalón del ranking. A partir de ahí, tocaba la compleja tarea de rendir ante rivales de menor entidad, donde siempre han residido las flaquezas de Garbiñe.

“La transición de la arcilla a la hierba es de lo más difícil del tenis”, comentó Garbiñe antes de afrontar Wimbledon. Sin embargo, ella es de las pocas figuras que se adapta a la perfección a cualquier superficie. Ella misma lo ha mencionado en otras situaciones: “Me es indiferente jugar en una superficie u otra”. La derrota en primera ronda en el WTA de Mallorca, donde partía como clara favorita, no sorprendió por su escaso rodaje. Pero sí se preparó a conciencia en el All England Club. Y los resultados han sido pésimos: ha caído en segunda ronda ante Cepelova, 124 del mundo.

Paciencia y madurez para evitar los baches

Eso son los partidos que más le cuestan afrontar a la caraqueña. Su tropiezo le hará perder un buen puñado de puntos, aunque nadie duda de que se trate de un bache ocasional. Ahora llega el cemento, y más tarde o temprano los éxitos. Sin embargo, si quiere tomar el cetro del tenis femenino y atesorar regularidad, debe antes aprender a lidiar con la presión. Paciencia, fortaleza mental, y madurez. Tres ingredientes que la experiencia le proporcionará, y que le facilitarán una carrera plagada de éxitos. El tiempo dictará sentencia. 

Alberto Puente

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