lunes, septiembre 23, 2024
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Río 2016 anticipa la futura explosión del deporte español

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A mitad de Juegos Olímpicos, cuando solo había transcurrido una semana de pruebas, el pesimismo se apoderó del discurso de los aficionados españoles. La mayor parte de la gente hablaba de un fracaso absoluto de la delegación en Río porque solo había logrado cuatro medallas a esas alturas (más que en Londres a esas alturas), pero en unos últimos siete días mágicos consiguieron doce preseas, para finalizar con un total de 17.

De esta forma, España finaliza estos Juegos con los mismos metales que en Londres, en la decimocuarta posición del medallero. Para el gran público resulta difícil de evaluar si esto supone un éxito o un fracaso, pero si se bucea un poco más en los datos se puede hablar de unos grandes cimientos que animan a ser muy optimistas de cara al futuro y a desterrar para siempre la visión derrotista de los aficionados.

Para empezar, los siete oros cosechados suponen una cifra sin precedentes, más allá de los 13 registrados en Barcelona (que no se pueden extrapolar por la indudable ventaja que genera competir como local). Esto demuestra que de alguna manera los deportistas españoles ya cuentan con el gen ganador, puesto que no le tienen ningún miedo a las finales, algo que no pasaba hace años.

Sin embargo, lo que realmente sirve para evaluar la calidad de los deportistas de un país es la suma de las medallas y los diplomas, puesto que el deportista que está entre los ocho mejores del mundo es un potencial ganador, aunque en una competición en concreto la suerte o un rival más fuerte le haya podido apartar del triunfo. España vuelve de Río con más diplomas que en Londres y en Pekín. De hecho, en la suma de medallas y diplomas, exceptuando siempre a Barcelona, estos son los mejores Juegos de la historia para la delegación española, solo por detrás de los de Atenas.

En cualquier caso, no se puede negar que el deporte español pasó por una dura crisis en los últimos años, ligada a la situación global del país. El modelo sufrió una gran metamorfosis, por culpa de la reducción de fondos estatales, pero gracias a la financiación privada se empieza a encontrar la luz al final del túnel. La aportación de la Liga de fútbol, de las Becas Podium de Telefónica o de la Universidad UCAM son algunos ejemplos de que el talento deportivo todavía encuentra respaldo en España. Será difícil que el programa ADO vuelva a ser tan boyante como antaño, pero en cualquier caso, una mejora de la economía de Estado haría que el dinero volviese al deporte, aunque eso ocurriría más tarde que pronto porque lógicamente las prioridades son otras.

La crisis empieza a superarse

No obstante, hay que mirar a la calle para encontrar la verdadera causa del milagro español. Las aceras se llenan de ‘runners’, cada vez hay más nadadores en las piscinas de las ciudades, el pádel es todo un fenómeno social, el fútbol y el baloncesto no pierden auge. En resumen, el deporte está más de moda que nunca y eso se traduce en éxitos, por mucho que el Gobierno no ponga mucho de su parte en ellos. La clave es que en España existe una educación deportiva cada vez más alta y eso es un gran valor de cara al futuro.

Sin ir más lejos, eso permite que las mujeres españolas hayan llegado tan alto en estos Juegos. Ellas han conseguido cuatro oros, más que toda la delegación española entera en los Juegos anteriores. Ellas empiezan a practicar deporte en masa y han logrado un progreso increíble en los últimos años. Ellas ni siquiera habían ganado una sola medalla antes de Barcelona 92 y llevan dos Juegos con más éxitos que los hombres españoles. Ellas generan muchísimo optimismo de cara a Tokio y eso dice mucho de lo que ha avanzado la sociedad española en las últimas décadas.

Asimismo, la multidisciplinariedad del deporte español genera envidia en muchos países que basan su éxito en el medallero en un solo deporte como la natación o el atletismo, por lo que son más vulnerables, ya que el crecimiento de sus competidores les puede desbancar más fácilmente. España logró preseas en 11 deportes diferentes, pese a que es indudable que el piragüismo tiró esta vez del carro, ante la ausencia inesperada de metales en la Vela, una disciplina que todavía da motivos para pensar que lo suyo es simplemente un bache de resultados.

Ruth Beitia, Pau Gasol, Maialen Chouraut y Carlos Coloma lo tendrán casi imposible para llegar a 2020 en la elite, pero el futuro está garantizado con Carolina Marín, Marcus Walz, el baloncesto femenino, la gimnasia rítmica, Cristian Toro, Orlando Ortega, Mireia Belmonte y muchos otros que se quedaron a solo un paso de la gloria.

Por último, hay que dar las gracias a todos y cada uno de los más de 300 deportistas españoles que participaron en Río 2016 porque desde el primero hasta el último contribuyeron a que su disciplina tenga más visibilidad. Por culpa de eso, muchos niños se interesaran por sus deportes, las diferentes federaciones conseguirán más ingresos y la sociedad tendrá unos hábitos mucho más saludables. Algunos piensan en convertirse en futuros entrenadores y todos reportan grandes beneficios a la sociedad, por mucho que todavía haya algunos que no se alegren de estos triunfos (véase Willy Toledo).  

Felipe Poza

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