martes, noviembre 26, 2024
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La debacle de Djokovic permite a Murray acariciar el trono

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El reinado de Novak Djokovic está cerca de concluir. El serbio ha vuelto a tropezar, en esta ocasión frente a Marin Cilic, al que había tumbado en los catorce precedentes entre ambos. Sonríe Andy Murray, que está a sólo un triunfosde alcanzar su sueño y auparse a lo más alto del ranking por primera vez. Para ello el escocés necesita alcanzar la final en el Masters 1000 de Paris-Bercy, donde ya sólo le queda un escollo, tras vencer a Berdych.

Roland Garros, punto de inflexión

En 2015 Djokovic cerró cualquier debate por el liderazgo en el circuito. El pronunciado bajón de Nadal,  y la incapacidad de Federer en los duelos directos frente a él, propiciaron que el serbio campara a sus anchas, con la tímida oposición de Murray, que se erigía como única alternativa. Sus victorias empezaron a convertirse en rutina, y la única incertidumbre yacía en si el tenista de Belgrado sería capaz, o no, de emular a Rod Laver y conquistar los cuatro grand slam en una temporada.

Rozó la hazaña con cuatro finales, pero Wawrinka se interpuso en su camino en Roland Garros. Su dominio fue aplastante, y refrendó las sensaciones de 2016 con una primera mitad de año incuestionable, que culminó con la conquista de Roland Garros. Sí, aunque no en un mismo año, enlazó los cuatro ‘majors’. Y al fin alzó los brazos al cielo en París, allí donde había sucumbido en tantas otras batallas.

Difícil de imaginar entonces que le aguardaban meses complicados, donde su hegemonía se iba a marchitar. El triunfo en la capital francesa le llevó a relajarse en exceso, algo que aunado a sus molestias en la muñeca, propició una serie de resultados inesperados. El primero llegó en Wimbledon, donde en tercera ronda cedió ante Querrey. El siguiente varapalo llegó en los Juegos Olímpicos, su única espina clavada, donde un Del Potro en alza le apeó a las primeras de cambio.

En el US Open alcanzó sin apenas esfuerzo la última ronda, y ahí emergió Wawrinka para recordarle que todos los grandes tienen una bestia negra. Tras perder ante Roberto Bautista en Shanghái, este viernes ha caído en los cuartos de final de París-Bercy frente a Cilic, al que había tumbado en los catorce duelos previos que habían disputado. Sólo en el Masters 1000 de Toronto sonrío Djokovic, al que París parecía haberle supuesto un trauma.

El mismo confesó que había dejado de disfrutar del tenis por sus molestias. Su objetivo era volver a disfrutar, pero las oportunidades para hacerlo en 2016 ya son escasas. El serbio llevaba un rumbo directo para superar a Nadal y Federer, pero se ha detenido antes de lo esperado. Es probable no haya mencionado su última palabra, pero esta tregua la ha aprovechado Murray, que repitió sus éxitos del oro olímpico y Wimbledon.

A dos triunfos del número uno

Por desgracia o por fortuna, la cuestión es que Murray, uno de los mejores tenistas de la historia, no ha podido extender su palmarés como le hubiera gustado por coincidir en la misma época que tres colosos. No obstante, el escocés se ha ganado la inclusión en ese ‘Big Four’ que ha dominado el circuito en la última década, y ha alcanzado retos de enorme calibre. Su última gran ilusión, como el mismo confesó, era convertirse en número uno.

Tras la mejor temporada de su trayectoria, ese reto es más factible que nunca. Ya lo roza el escocés, que sólo necesita dos triunfos más en París-Bercy para aparecer el próximo lunes en el primer escalón del ranking. Este viernes afronta el primero de esos escollos ante Berdych. La madurez del tenista de Dunblane, y su juego, incapaz de desarbolar, deberían servir para dejar en un segundo plano los nervios, y alcanzar de una vez por todas esa cota que nunca había tenido tan cerca.   

Alberto Puente

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