Andy Murray será número uno por primera vez en su carrera el próximo lunes. Tras la derrota de Novak Djokovic frente a Marin Cilic, el escocés necesitaba alcanzar la final de París-Bercy, oportunidad que no ha dejado escapar, aunque por el camino haya tenido que tumbar a Berdych y Raonic ('walkover'). El británico acaba con 122 semanas consecutivas del serbio (cuarta mejor marca de la historia), que deja su marca global en 223. Un cambio de mandato que tras Roland Garros nadie esperaba.
Desde bien joven, Murray se plantó como uno de sus objetivos alcanzar la cúspide del tenis mundial. Una meta que podría haber alcanzado hace mucho tiempo, sino hubiera coincidido en la misma época que Federer, Nadal y Djokovic. Tres colosos que le han robado el protagonismo en la última década, aunque no han podido impedir que el último integrante del ‘Big Four’ cierre el círculo al ascender a lo más alto del ranking tras muchos años de esfuerzo.
Desde que pisó el ‘Top Ten’ por primera vez hasta ahora, el crecimiento de Murray ha sido exponencial. Su oposición a los tres colosos le permitió la inclusión en ese selecto grupo de jugadores que han dominado en la última década del tenis. El británico, paciente, aguardó el bajón físico de Federer y Nadal hasta consagrarse como la primera alternativa a Djokovic.
A sus 29 años, en plena madurez, ha exhibido el mejor tenis de su carrera. Nadie puede desarbolarle en el fondo de la pista, donde se ha convertido en un auténtico muro. A la contra, como siempre, es un auténtico peligro. Pero tampoco esquiva la posibilidad de asumir la iniciativa con su revés. Sin duda, en 2016 el escocés ha firmado la mejor temporada de su carrera, tras repetir los éxitos de los Juegos Olímpicos y Wimbledon.
A falta de la final de París-Bercy y la Copa de Maestros, Murray ya sabe que tiene todas las papeletas para finalizar la temporada en el número uno del mundo. Su victoria en las semifinales de la capital francesa ante Raonic le ha aupado a la cima, de donde espera no bajarse. Todo, propiciado por la tempranera derrota de Djokovic en la antepenúltima ronda ante Marin Cilic, al que había tumbado en los catorce duelos previos.
En junio, cuando el serbio conquistó el último grand slam que faltaba en sus vitrinas y enlazó los cuatro majors, era imposible presagiar un cambio de rumbo en la ATP. Sin embargo, la debacle del tenista de Belgrado, con derrotas inesperadas en Wimbledon, Río de Janeiro, US Open, Shángai… lo ha propiciado. El serbio abandona el trono 122 semanas después (cuarta mejor marca de la historia), aunque tratará de retomar el mando y aumentar las 223 semanas que ha estado como número uno del mundo.
Alberto Puente