Cuando el calendario se adentra en la gira de arcilla, Rafael Nadal no entiende de fatigas. El español no considera suficiente su inmaculado último mes y aterrizó el lunes en Roma, donde ya está en octavos de final, sin descanso alguno. Su objetivo primordial es alzarse con las ‘cinco coronas’ sobre arcilla, hacer un pleno histórico que le colocaría con casi 8.000 puntos en la Race a Londres. El español, pese a que no piense en ello, se acerca cada vez más al trono de la ATP.
Un calendario asfixiante
Tras alzar su quinto Mutua Madrid Open, Nadal compareció el pasado domingo en rueda de prensa con un semblante alegre, que solo se le borró durante unos segundos. Fue un momento de duda, de reflexión. Un periodista le preguntó por su fatiga de cara a Roland Garros y el balear reconoció que no sabía qué era lo más adecuado: si tomarse un respiro o llegar rodado y con un buen puñado de puntos. No obstante, su decisión estaba tomada y meditada de antemano: “Voy a jugar en Roma. Es un tramo de la temporada en el que tengo que apretar”.
El mejor tenista de la historia sobre tierra batida, menos de veinticuatro horas después de comparecer ante los medios, se hallaba en pleno entrenamiento en el Foro Itálico. Tras competir en Montecarlo, Barcelona y Madrid, el evento italiano se le ha presentado sin nada de descanso. Este miércoles, por suerte para su fatiga, y por desgracia para el tenis, Nicolás Almagro ha dicho adiós con tan sólo diez minutos de encuentro disputados. Pese a su veteranía (incide en numerosas ocasiones en el castigo del paso de la edad) se niega a renunciar a un torneo de tierra, escenario casi siempre garantía de éxitos.
Ni ser número uno en la Race ha variado su pensamiento. Si hay que reducir el calendario, que sea en otro tramo de la temporada, es la postura de un Nadal que está cerca, un año más, de acrecentar su historia. En su mano tiene hacer algo irrepetible, firmar las cinco coronas sobre el polvo de ladrillo. Un Grand Slam, tres Masters 1000 y un ATP 500. La mitad del trabajo ya lo ha hecho. La capital española, con la altura, se erigía como su principal amenaza, pero la solventó indemne, con una superioridad manifiesta.
Un reto ilusionante
El único inconveniente para el español es lidiar con la presión, algo a lo que está más que acostumbrado en esta superficie. Y es que el papel que deberá asumir, sí o sí, es el de favorito. En Roma, a nivel del mar, se antoja complicado que alguien pueda batirle, con Murray ya eliminado y con Djokovic lejos de su mejor nivel. Por primera vez el balear se encuentra sin oposición en el circuito, a merced de la ausencia de Roger Federer, que se extenderá su parón hasta la gira de hierba.
Precisamente desde el seno del tenista suizo han afirmado que una de las razones para renunciar a Roland Garros ha sido el alto nivel del español. Su ‘drive’ atemoriza como antaño y su movilidad vuelve a desesperar al oponente. Razones que invitan a pensar en que este año, cuando el ocaso le acechaba, pueda consumar un reto que pese a acechar en numerosas ocasiones nunca lo ha consumado: ‘las ‘cinco coronas’. Y eso que suma diez títulos en Barcelona y Montecarlo, cinco en Madrid, siete en Roma y nueve en París.
Encadenar los cinco títulos se traduciría en una hegemonía absoluta en una superficie, en la que no se ha ausentado de ningún evento. Nadal busca hacer historia y alcanzar su penúltimo reto en el circuito. De conseguirlo se situaría con casi 8.000 puntos en la Race y opositaría al número uno a mitad del año. Un objetivo que no persigue, pero que podría llegar indirectamente si culmina con éxito semejante hazaña.
Alberto Puente