viernes, septiembre 20, 2024
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La misma Garbiñe que conquistó Roland Garros

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Un globo que tocó la línea. Una mujer que se arrodilló incrédula sobre la arcilla de la Philippe Chatrier. Un año ha transcurrido desde aquel día en el que Garbiñe Muguruza hizo rememorar al público español los éxitos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, una generación que se antojaba irrepetible hasta la emersión de esta joven nacida en Caracas. El milagro lo obró ante su referente, Serena Williams, probablemente la mejor de la historia. Quizás por ello las quinielas ignoren los últimos doce meses en los que la española ha sido incapaz de acrecentar su palmarés y de retener el segundo puesto en el ranking. Su nombre, en las grandes citas, siempre suena con fuerza.

Ella misma se ha encargado de sembrar a lo largo de su aún escasa trayectoria las altas expectativas:. “Me encanta jugar en los grandes escenarios y ante las mejores jugadoras del mundo”, ha reconocido en multitud de ocasiones. Ni una mentira en sus palabras, pues desde los dieciocho años empezó a escribir su futuro con triunfos ante rivales del ‘Top Ten’ cuando ella aún pasaba desapercibida para el gran público. Su tempranera final en Wimbledon y su título en Roland Garros le han hecho lidiar con la presión, un apartado en el que cada día se desenvuelve mejor. O al menos eso transmiten sus declaraciones posteriores a las derrotas, donde deja entrever una única mirada hacia el siguiente evento.

La irregularidad ha lastrado algo su progresión, con hasta ocho derrotas esta temporada ante rivales que ostentan una posición inferior a la suya en la clasificación. Esto atiende, en cambio, a un circuito caracterizado por la igualdad, donde no solo ella, sino el resto, atraviesa dificultades para solventar las primeras rondas. Esas son, para ella, las más complicadas. “Hoy no importaba la rival, tenía que ganar mi propia batalla”, expresó Garbiñe tras solventar con éxito su estreno en París (6-2 y 6-4) frente a la italiana Schiavone. Su carácter, su mentalidad, se han aunado para empezar la defensa de la corona.

Bien reflejado ha quedado en la gira de arcilla. En Stuttgart Kontaveit frustró sus opciones a las primeras de cambio. En Madrid fue la correosa Bacsinszky la que hizo revivir una pesadilla a Garbiñe en la capital española, donde nunca ha afrontado con éxito la segunda ronda. Sin embargo, en Roma, cuando su figura había pasado a un segundo plano, acaparó de nuevo el protagonismo. Solo unas molestias la privaron de disputar en igualdad de condiciones un complejo envite ante Svitolina, número uno de la Race.

Un aviso, desde luego, para Roland Garros. “Lo que más me gusta del torneo es el trofeo. Espero volver a ganarlo”, comentó Muguruza durante el sorteo del cuadro femenino. De momento su arranque ha sido fulgurante. Ante Schiavone la española ha exhibido profundidad con sus golpes, siempre entonada en la búsqueda de las líneas. El segundo set, cuando el ‘winner’ no siempre era posible, supo mantener la calma en los momentos más inoportunos, hasta cerrar, no sin sufrimiento, su triunfo.  En segunda ronda le aguarda Kontaveit. Sí, la misma que la tumbó en Stuttgart. Pero Garbiñe, con sus virtudes y defectos, también es la misma que hace doce meses alzó su primer Grand Slam

Alberto Puente

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