Los tenistas lidian con un apretado y exigente calendario que les priva de descansos prolongados y de tiempo libre para disfrutar junto a su familia. Cada vez es más habitual escuchar a los protagonistas clamar por esa escasa tregua que ofrece una infinidad de torneos. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, también es más frecuente que esos cortos periodos de respiro sean cambiados por torneos de exhibición donde los tenistas pueden engordar sus bolsillos sin la necesidad de competir a su máximo nivel.
Un cansancio sin obligación
La Internacional Premier Tennis League abrió el camino con hueco tanto para las leyendas como para jugadores en activo. Un evento que se celebraba a final de año, con la temporada ya concluida. El que aún perdura, entre otros, es el de Abu Dhabi, en pleno año nuevo, y que le reporta a figuras como Rafael Nadal alrededor de un millón de euros. En ese caso el evento al menos sirve como preparación de cara al nuevo curso. La Laver Cup, en cambio, se presenta en el único respiro que podían afrontar los principales tenistas del circuito.
Exactamente, entre el US Open y el Masters 1000 de Pekín, donde esta año había algo más de un mes sin grandes citas. Este nuevo torneo de exhibición si bien no obliga a los tenistas a exigirse al máximo, lo cierto es que en cuestión de desplazamiento les puede crear una fatiga que asumen por el dinero que después perciben. Solo una semana después de la Copa Davis, ha provocado bajas sustanciales en el formato de países como la de Juan Martín del Potro, que no acudió a defender a Argentina y que tenía intención de estar en Praga, pese a que finalmente causará baja y será sustituido por Tiafoe. Los jugadores prefieren este tipo de torneos que otros ATP 250 que el calendario les exige y ellos rechazan por cansancio.
Un proyecto de continuidad
Desde luego, La Laver Cup ha llegado para quedarse. Su formato, cuanto menos, es interesante. Imita a la Ryder Cup que se celebra cada año en el mundo del golf: europeos contra el resto del mundo. O lo que es lo mismo, alicientes como Federer, Nadal, Zverev o la joven promesa Shapovalov. Suizo y español apuntan a dupla en el dobles, después de que el 19 veces campeón de Grand Slam haya dejado claras sus preferencias. Todo bajo la excusa de rendir homenaje a Rod Laver, el mítico tenista que logró ganar los cuatro ‘majors’ en el mismo año y al que algunos aún colocan como el mejor de la historia.
Se celebrará en el O2 Arena de Praga, con una capacidad cercana a los 20.000 espectadores. Las entradas, de momento, vuelan. El domingo, último día de competición (arranca el próximo viernes), la entrada más lejana de la pista está por cerca de 70 euros. La más selecta supera los 500 euros. Los días previos el coste es algo menor. En comparativa con los Masters 1000 es algo más asequible, aunque para tratarse de una competición en la que no hay ‘nada’ en juego el precio a pagar sí puede resultar alto.
Resulta llamativo que a este torneo acudan tenistas tan veteranos como Federer y Nadal, que en los últimos años acostumbran a minimizar su calendario. El helvético, por ejemplo, renunció este curso a Roland Garros para planificar la temporada de hierba con más sosiego. Sin embargo, ahora no duda en acudir. Misma hoja de ruta que el español, que tras ganar en París por décima ocasión se ausentó de Queen's. Ahora, trasun extenuante US Open, no le importa acudir un fin de semana a Praga. El dinero mueve los intereses y deja sin excusas de cara al futuro a ambas figuras.
Alberto Puente